Una vez más, voy a ver una película basada en un cómic/libro que no he leído. Por suerte los de Hollywood se las ingenian para que no haga falta: bien porque te lo cuentan todo al detalle (como en «X-Men«, mi ejemplo preferido) o simplemente porque no hace falta para entender la historia.
Me encantan las nuevas experiencias con la tecnología digital. Confieso que fui a verla sólo por eso, el guión no me interesaba lo más mínimo.
Quizá por eso, salí del cine pensado qué película de culto hubiese podido ser «Sin city» si se hubiese combinado una estética genial con una historia más cuidada. El único motivo para verla es ver cómo «un cómic se mueve». He visto imágenes de las viñetas (vía Minid) y realmente son un calco en movimiento. Es un buen ejercicio de copiar el «story de otro» y quizá sea lo único reprochable a Rodríguez. Pero lo ha hecho tan bien, que ¿qué importa?
El ejemplo más claro que recuerdo de intento de usar una estética similar al cómic es «Dick Tracy»… con su gabardina amarilla, sus personajes prácticamente irreconocibles de la caracterización que imitaba al original. Y también un poco en el montaje de «Hulk«.
«Sin city» está innovando en la manera de hacer cine igual que lo hizo «Memento» en cuanto a narrativa. El cine ya no es fotografía en movimiento o unos dibujos animados. Las posibilidades se multiplican gracias a los bits. Aunque es cierto que aquí hay veces en que los coches recuerdan a «¿Quién engañó a Roger Rabbit?», el juego color / blanco y negro tan imprescindible en «Sin city», por ejemplo, sería impensable antes de la era digital.
Lo positivo: el diseño de producción, efectos digitales, recuperar a Mickey Rourke (su historia es la más interesante y de héroe) y la voz en off.
Lo negativo: el montaje (el desorden ni está justificado ni está bien ejecutado) y que las historias sean flojas.
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