En televisión, hay una delgada línea que diferencia lo profesional de lo personal. Y después de haber visto los dos primeros capítulos de «Anatomía de Grey», aún estoy más convencida de que el «salto mal llevado» de lo profesional a lo personal es lo que me hace dejar de ver una serie. Al menos aquí han empezado así, mezclándolo lo justo (veremos cuándo dura).
Las «series profesionales» muestran el trabajo diario de polícias, periodistas, médicos, bomberos, jueces… un montón de profesiones excitantes alejadas del teleoperador, administrativo, comercial o vendedor habitual en nuestro día a día laboral (¿quizá por eso «Tirando a dar» no pasó del segundo capítulo?).
Por eso cuando la trama profesional «se acaba», se recurre a lo personal para intentar retener al espectador con «trucos de otros géneros». La profesión pasa a un segundo plano y los personajes empiezan a verse «con otros ojos». Por ejemplo, de repente el protagonista no es un médico brutalmente honesto sino un enamorado que quiere recuperar a su exmujer y dos de sus pupilos se lían sin motivo aparente. ¿Es que ya no hay enfermedades raras que descubrir?
La tensión sexual puede ser un buen aliciente (inolvidable abejita en «Expediente X», por ejemplo) pero cuando lo emocionante de la serie es saber si se casarán o no los personajes, no estamos viendo una serie… ¡ya es una telenovela!
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Escribo en este blog desde 2004. He publicado 16 libros sobre contenidos, medios sociales y marketing. El último (2021) es «Cultura del contenido» y te ayudará a utilizarlos en todos los departamentos de tu empresa.
En un episodio de «Los Simpson» hacían un gag al respecto de este tema. Hommer estaba viendo una serie sobre una especie de «Robocop» y uno de sus hijos creo que venía a interrumpir su apacible día. Hommer dejaba de mirar un segundo la tv y tras decir «lo siento, he de ver la serie antes de que la cambien», la volvía a mirar y el supuesto Robocop era un padre soltero y se quejaba de que tenía que compaginar su trabajo de policía con su vida privada.
Yo también echo de menos el que el dr. House se dedique a curar enfermedades cada vez más raras en vez de luchar por recuperar a su mujer. A House le hace falta su antagonista imbatible, igual que Moriarty lo era de Sherlock Holmes.
En este caso… ¿alguna enfermedad sin cura?
Los episodios en los que el millonario tuvo el control no estuvieron mal… ¿Quizá intentan lo mismo ahora poniendo a su pupilo como su supervisor?
Saludos,