Ya van dos veces que me encuentro en mis sesiones de blogmarketing a profesionales que trabajan en agencias dedicadas, precisamente, a blogmarketing. He reconocido a dos pero habiendo ya hecho clase a unas 500 personas, ¡a saber cuántas más se han camuflado sin yo saberlo! Me pregunto qué esperan aprender que no hagan en su día a día. De hecho, así se lo dije a uno de ellos y su respuesta inspira este post: siempre hay cosas que aprender.
Soy de la misma opinión y es el motivo principal por el que voy a charlas que creo que me pueden aportar algo interesante. Algunos eventos se centran en un tema y cada mes le añaden un apellido: corren el peligro de volverse muy especializados y perder foco en ‘el tema’ pero cuando ‘ese apellido’ no lo conoces mucho, aprendes algo seguro… y si no lo puedes aplicar a tu vida profesional quizá te haga ganar un quesito del Trivial.
El segundo motivo por el que voy a según qué eventos es escuchar a ponentes a los que conozco o sigo de una manera u otra. Es mi manera de ver si aquello que leo se corresponde con la realidad: si esa persona sabe improvisar o se ciñe a la presentación, si repite el mismo discurso o lo adapta de alguna manera al público y tema de la charla. Eso me ayuda a ponerle en su justo lugar… y saber si merece la pena seguir escuchándole.
El tercer motivo, o quizá el que resume los dos anteriores, es que no hay una verdad absoluta. Nos movemos en un terreno demasiado nuevo como para que haya procesos que acepte todo el mundo, bases tan asentadas que no admitan discusión. Cada uno hace lo que puede desde su punto de vista, su experiencia previa. Pero siempre queda la duda de cómo lo harán los otros… y a eso vamos a los eventos, a cotillear. Hay dos posibles resultados: nos reafirmamos o tratamos de mejorar aprendiendo de ponentes que, supuestamente, están más cerca de la verdad. No suele darse la tercera posibilidad que es ver más allá.
Y ese es el problema: cuando los temas se repiten, los ponentes también y nos quedamos todos estancados en la misma verdad (sí, esa que no existe, ¿absurdo, no?). Nos volvemos endogámicos y no buscamos nuevas perspectivas, nos olvidamos de que siguen habiendo gurús de paisano (no confundir con héroes)… y, lo grave, es que quizá somos nosotros esas personas que tienen algo diferente que decir pero estamos cegados por esta terapia tranquilizadora que supone oír siempre lo mismo.
Esta es mi respuesta a la encuesta que planteo: ¿por qué vas a eventos presenciales? Me imagino algunas: habrá quien dirá que por el networking y otros lo harán por tomarse la copa de cava gratis. Y tus motivos, ¿cuáles son?
Organizo, redacto y sugiero contenidos. Freelance.
Escribo en este blog desde 2004. He publicado 16 libros sobre contenidos, medios sociales y marketing. El último (2021) es «Cultura del contenido» y te ayudará a utilizarlos en todos los departamentos de tu empresa.
Networking podría ser una de las razones, pero tampoco la más importante. Voy a eventos presenciales porque por más que a un ponente le haya oído más de una vez, siempre dirá cosas nuevas y además, el público hace preguntas, las que difícilmente se repitan. Siempre se aprende algo. Además, aunque la ponencia sea la misma y por el mismo autor, como tenemos un tiempo de atención limitada, lo más probable es que captemos conceptos, conocimientos, etc que antes no habíamos fijado. Personalmente, lo más provechoso es hacer un análisis y sacar nuestras propias conclusiones.
Tienes razón Miriam, a poco que la audiencia interactúe, siempre se dicen cosas diferentes!