Hoy quisiera hablarte de contenidos de baja resolución. Es otra manera de hablar de la calidad de lo que publicamos y está relacionado con la ética al compartir contenidos de otros. La etiqueta de resolución se suele aplicar a vídeos y a fotografías, pero me parece también apropiado hacerlo con textos y cualquier otra pieza que publiquemos.
Hablando con una alumna hace unas semanas, comentábamos el problema del uso ilegal de los contenidos y la dificultad de dialogar con algunas personas que utilizan contenidos de otros sin atribuir y sin ser conscientes de que están perjudicando a otras personas. Increíble pero cierto.
No es el primer debate sobre este tema y seguro que no será el último cuando hablo de content curation porque preocupa a mucha gente, especialmente a fotógrafos e ilustradores que quieren mostrar su trabajo pero no por ello autorizan a cualquiera a utilizarlo. Pero lo mismo ocurre con los textos: sé de casos en los que alguien ha copiado los textos de una web corporativa para usarlos en la suya y ofrecer el mismo servicio. Repito, increíble pero cierto.
Como en otras situaciones de la vida, la prevención puede ser una solución. ¿Qué opciones tenemos para fotos? Sí, hay herramientas que, por ejemplo, deshabilitan el botón derecho del ratón para evitar que alguien guarde la imagen pero basta con hacer una captura de pantalla y recortarla para obtenerla. Así es como se llega a utilizar marcas de agua para evitar que se pueda hacer un uso efectivo de ella (algunas veces hasta molestan de lo grandes o mal ubicadas que están).
¿Qué hacemos con otros contenidos? Exactamente lo mismo. Hay opciones para poner el equivalente a las marcas de agua en los textos: plugins que añaden al texto copiado de la web o al feed un mensaje de dónde se publicó originalmente. Complica un poco el trabajo al que quiere copiarlo, pero no se lo impide del todo porque, siendo retorcido, también puede repicar todo el texto palabra por palabra.
La solución que se utiliza inconscientemente (o no) es bajar la calidad del contenido. En foto, es tan sencillo como cambiar la resolución o el tamaño de la foto. ¿Y en el texto? Un poco igual: reducimos el detalle o la extensión de manera que profundizamos menos en el tema del artículo.
Quizá la vía más estratégica es poner barreras al contenido para controlar quién lo consume pero, bueno, una vez lo haga, ¿qué hacemos si descubrimos que lo utiliza fuera de nuestra licencia de uso?
- Está claro que la vía del diálogo es la más recomendable pero, como decía al inicio, no siempre es posible.
- Recurrir a la vía legal quizá nos asegure la retirada del contenido pero también conlleva ciertos costes.
La decisión es tuya solo ten en cuenta que la calidad del contenido es lo que ayuda a construir nuestra reputación y que, si la reducimos mucho, mejor que no publiquemos nada porque no servirá de nada. El contenido de baja resolución sirve para mostrar un poquito lo que hacemos pero para demostrarlo del todo hace falta más calidad.
Originalmente publicado en mi newsletter sobre marketing de contenidos (núm. 274, 9-11-2015).
Organizo, redacto y sugiero contenidos. Freelance.
Escribo en este blog desde 2004. He publicado 16 libros sobre contenidos, medios sociales y marketing. El último (2021) es «Cultura del contenido» y te ayudará a utilizarlos en todos los departamentos de tu empresa.
Interesantísimo este tema Eva y más complejo incluso que en fotografías e ilustración al poder ser replicado el contenido por cualquiera.
Bajar la calidad de un texto es una arma de doble filo que puede atentar contra tu propia imagen, es como sugerirle a un fotógrafo que distorsione la imagen para dificultar la copia. Las barreras de contenido que propones parecen ser una medida válida a utilizar, siempre con precaución, claro.
¡Gracias por el artículo!