Internet
Hubo un tiempo en que las noticias que se comentaban por la calle habían pasado hacía unas cuantas horas. Era cuando llegaban en la edición de la tarde de la prensa o cuando la programación no se interrumpía para informar de la última hora. Pero ya no, Internet ha cambiado eso y quien no esté pegado a las redes sociales o a servicios de mensajería se está perdiendo la actualidad. Y los bulos, porque cualquiera puede exponer su verdad y esperar a que otros la crean. Sin límites, sin pudor por la mentira. Cualquier mensaje puede ser cuestionado, las herramientas lo permiten porque están pensadas para ello. Y se hace constantemente: no se puede tener la piel fina porque te la arrancarían a tiras.
Televisión
Los programas de televisión se convierten en TT muy fácilmente cuando se dice o hace algo que llama la atención de las redes, a no ser que sea nocturno y en un canal de pago. Entonces hay que esperar al día siguiente para que algún medio online se haga eco de ello. Y, zas, ahí aparece la tendencia, cuando ya se está pensando en el siguiente programa. Pasado ese tiempo, pocos de los que hablan vieron lo que pasó y muchos ni dedican unos minutos a ver los vídeos para poder opinar con toda la información. Así son las redes, reaccionan no siempre a tiempo ni con conocimiento de causa, pero lo acaban haciendo tarde o temprano, cosa que no siempre se puede decir de otros.
Cine
En línea con el párrafo anterior, de cualquier frase se hace una noticia. Sea en una entrevista o en alguna conversación en redes sociales, siempre hay alguien dispuesto a considerarlo «declaración oficial». Dicen que hemos pasado «de una economía basada en la estrella a una economía basada en el personaje». Pero viendo que nos preocupa la experiencia de Hugh Grant o las declaraciones de Scorsese, no estoy muy convencida. Quizá sí que hay personajes más importantes que su intérprete, como Superman o Joker que han tenido muchas caras, pero también los hay que no se pueden entender sin ellos, como Lobezno o Iron man. Entre reboots y pre/secuelas, ¿qué se puede esperar?
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Y termino retomando la idea de que hay que tener la piel de un cierto grosor para sobrevivir hoy en día, en redes o en cualquier medio. Pienso en ello tras ver los spots del metro de Copenhague porque me dejan claro que el sentido del humor es relativo. Lo que quieren vender como algo positivo, su velocidad, queda en segundo plano por lo que podría considerarse incivismo. Los que estamos acostumbrados a viajar en transporte público lo soportamos muchas veces y no tiene ninguna gracia. De hecho, seguramente se considerase así al cambiar los protagonistas. Este tipo de spots solo puede hacerse en países que son cívicos porque aquí ya estarían despidiendo a la agencia responsable.
Organizo, redacto y sugiero contenidos. Freelance.
Escribo en este blog desde 2004. He publicado 16 libros sobre contenidos, medios sociales y marketing. El último (2021) es «Cultura del contenido» y te ayudará a utilizarlos en todos los departamentos de tu empresa.