Televisión
24, 22, 20, 13, 10, 8, 6, 3 o 2: cualquiera de estos números sirve para contar los capítulos de la temporada de una serie de televisión. Coinciden bastante con los plazos para emitirla, pero complica saber cuándo llegará el desenlace (si llega). Con las series que duran medio año ya se sabe que no hay que esperar grandes complicaciones, pero hay más posibilidades de que nos la líen en las más cortas. En los estrenos, suele decirse cuántos capítulos tiene la novedad, pero podría añadirse esta información en la descripción. Ya fue todo un avance conseguir un consenso al enumerar cada episodio TemporadaXCapítulo y quizá un TemporadaXCapítulo/TotalCapítulos sea excesivo, pero reconozco que hasta algunas de 8 me da pereza verlas.
Cine
Comentaba hace unos meses las versiones de «Las cuatro plumas» y hoy es el turno de «Dos seductores» (1964), «Un par de seductores» (1988) y «Timadoras compulsivas» (2019). Entre la película original con David Niven y la nueva versión con Michael Caen hay muy pocas diferencias, tan solo el gusto por el arte y el guiño final. El resto es prácticamente un calco: considerando que entre ambas pasaron 24 años, es normal que «nadie se entere». Con la última versión han pasado unos cuantos años más así que las nuevas generaciones tampoco recordarán la anterior. Y es una lástima porque creo que es la mejor de todas: de hecho, la nueva, aunque actualiza algunas cosillas, calca la de Steve Martin, no la de Marlon Brando.
Internet
Las ideas cortas son la base del microblogging. «Qué está pasando», nos pregunta Twitter y contestamos porque para eso entramos/abrimos su app, para saber qué se cuece. Apunta Carlos en un hilo sobre la estrategia de esta red social en los últimos tiempos (más caracteres, hilos, voz) algunos datos interesantes sobre qué uso hemos hecho del espacio adicional que nos han proporcionado: hay menos abreviaturas, somos más educados y hasta iniciamos más preguntas. Parece que su idea ha funcionado y ahora nos expresamos mejor. Una parte del mérito es suya, vale, pero quizá también los usuarios hemos cambiado en estos años y nos hemos vuelto más ¿sociales? gracias a todas las redes sociales a nuestro alcance.
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Cada cierto tiempo aparecen gráficos que «descubren» mensajes en los logos de marcas conocidas. Pero hasta ahora nunca había visto que Pepsi tuviese otra lectura si se le da la vuelta. Vale, sí, hay que hacer unos pequeños ajustes, pero son tan mínimos que es muy fácil convertir el nombre en «isdad» para celebrar así el Día del Padre. Es un cambio que sorprende porque también «ha estado siempre ahí», pero no lo habíamos visto antes. Entonces, ¿qué caso hacemos a los logos si no somos capaces de ver más allá de lo evidente? ¿Se preocupan las marcas más de la cuenta en crear sentido a sus nombres y representaciones visuales? ¿Es cuestión de planteárselo como un impacto subliminal que quizá solo llegue a unos cuantos?
Organizo, redacto y sugiero contenidos. Freelance.
Escribo en este blog desde 2004. He publicado 16 libros sobre contenidos, medios sociales y marketing. El último (2021) es «Cultura del contenido» y te ayudará a utilizarlos en todos los departamentos de tu empresa.