Para entender «Quantum of solace» es casi imprescindible haber visto «Casino Royale» y precisamente eso es lo más criticable de la última película de James Bond. Ni siquiera me he enterado de las numerosas marcas que dicen que aparecen, así que deben estar bien emplazadas en la historia.
El argumento, por ‘mucho’ que se intenta esconder a M, gira alrededor de la venganza, tanto de Bond como de su actual compañera de aventuras. Lo que habitualmente es la misión, es decir, salvar al mundo (aquí a Bolivia) pasa a un segundo término. Aún así, este 007 no deja de hacerlo, claro. Es un profesional, por muy enamorado que estuviese.
Podríamos decir que esta es la mayor diferencia con las películas anteriores. Por suerte, continua con la línea sentimental empezada en «Casino Royale» pero se da por zanjada en el último plano de la película y espero que no quieran seguir por ese camino. Como ya dije en Batman, prefiero que los héroes se dediquen a salvar al mundo porque yo personalmente no voy al cine a ver la vida real que ya podría ver en televisión.
Pensando en los elementos comunes: los títulos de crédito y su canción no me han gustado precisamente pero es que el listón de «Die another day» quedó muy alto. Por otro lado, es una lástima no tener ocasión de disfrutar de algún artilugio de Q, un clásico también habitual, pero teniendo en cuenta que Bond también aquí actúa por su cuenta es difícil darle alguna escena. Siguiendo con las letras, me ha sorprendido ver el baño de M y me pregunto dónde habría tenido lugar esta escena antes de «Goldeneye».
Hablando de mujeres, es inimaginable que Bond no salga en la cama con alguna. Es lo que tiene que hacer por su país, como se solía decir. En este caso, no es con la protagonista, a quien cuida y protege (la escena del fuego es realmente sorprendente para un 007), lo cual también es una novedad.
Quizá sí que este Bond sea ‘más blando’ de lo normal pero tampoco le dejan tiempo para demostrarlo porque las persecuciones son tan constantes (por mar, tierra y aire) que casi no hay tiempo para respirar. En este sentido me gustan los planos iniciales aunque el arranque quede flojo al no estar bien apoyado por la música. La cámara marea en bastantes ocasiones (interesante la caída por un balcón de la cámara acompañando a los actores). Aún así en Siena se resuelven bien las acciones paralelas aunque luego este espíritu de mostrar localizaciones se pierde.
El último elemento por comentar es el villano. Cualquier malo que se precie ha de querer dominar el mundo. Como ya lo habían intentado los grupos de comunicación en «El mañana nunca muere», aquí se usa la vía política para conseguir recursos energéticos. Es destacable la escena en la ópera donde se intenta mostrar que hay mucha gente implicada en el proyecto porque el carisma de este villano está bajo mínimos.
«Quantum of solace» va terminando y yo me he tenido que perdido algo porque casi que me quedo sin saber quién ha matado a Vesper, lo único claro es que murió por amor. ¿A quién le importa qué era el Proyecto Tierra? A Bond seguro que no.
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