Cine
Leyendo Cinema Stories se pasa un buen rato con diálogos de esos que parecen imposibles, con fotos más o menos divertidas y creativas (según el día) pero también hay momentos para la reflexión. Como la idea de que en el futuro no habrá películas originales sino que todas serán reboots, remakes, secuelas o precuelas… y nos las tragaremos. Viendo la cartelera y la lista de recaudación, ese futuro no parece muy lejano. Entonces definitivamente el cine ya no será una fábrica de sueños sino de clones que nuevas generaciones no reconocerán como tales. Y el arte será convencernos para ir a verlas y comprar sus DVD en lugar de los originales.
Televisión
Cada cierto tiempo salen listas de los actores de televisión mejor pagados. Sucede un poco como con las listas de las mejores películas o las que más han recaudado: me entra la duda de si debería verlas. Igual me estoy perdiendo algo importante, una gran serie que cambiará mi vida televisiva. Pero no, ni «Dos hombres y medio» ni «NCIS» dejará una gran huella en tu retina. Sí, se dejan ver (y yo he visto unas cuantas) pero no entiendo el sueldo desproporcionado que tienen sus protagonistas principales. Otras que invierten en menos nombres propios y más producción o efectos tendrían un presupuesto así más justificado.
Publicidad
Hacía tiempo que no me reía con un anuncio y lo he encontrado en Briefblog y, ejem, es de Google. Un poco de terapia siempre viene bien y es que la campaña es divertida simplemente porque tira de los problemas reales y de esas frases que se oyen en muchas agencias. Y ya está. Debería ser igual de fácil con otros productos: que el usuario se sienta identificado con lo que ve, que el anunciante comprenda a su público. Pero no hay manera. Debe ser que no entro en el target de ninguna marca porque hace demasiado tiempo que veo un anuncio y piense: ¡es para mí! ¿Alguien más tiene esa sensación de ser invisible a anunciantes… con la de publicidad que ponen al día?
Internet
Que las cafeterías cuelguen la pegatina de free wifi es cada vez más corriente aunque pocas veces he visto a alguien aprovechándola realmente. No veo cacharritos comiendo megas mientras sus dueños toman un café. Alguien que espera consultando el correo o jugando quizá sí podría, pero para esos cinco minutos no pide la contraseña. El hecho de que esté protegida es lógico si pensamos en que me apoyo en la pared y miro lo que quiero gratis, sin consumir. Pero entonces, ¿se puede considerar reclamo? ¿Los cibercafés salen más baratos que estar en una terracita? Aunque, claro, ¿quién va a trabajar a una terracita? Ah, sí, los que no tenemos oficina.
Organizo, redacto y sugiero contenidos. Freelance.
Escribo en este blog desde 2004. He publicado 16 libros sobre contenidos, medios sociales y marketing. El último (2021) es «Cultura del contenido» y te ayudará a utilizarlos en todos los departamentos de tu empresa.