Media News S15 A23

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El titular de esta columna da para pensar mucho: «Ya NO hay creativos, en las agencias, de menos de 40 años». Primero por la redacción, no tanto poner esa palabra en mayúsculas, sino por la acotación entre comas: ¿es que en las empresas sí se cubren esos puestos? Quizá sí porque, en realidad, externalizan y lo único que hacen es gestionar. Después por lo que implica: ¿la edad importa para redactar? Di mi opinión hace unos meses y, viendo ofertas para las que la experiencia no es importante, no hemos avanzado mucho. Casi vamos a peor porque, si seguimos así, el título será que no los hay de ningún tipo.

Cine
Pues no le falta razón a James Gunn: estoy un poquitín harta de las pelis de superhéroes… y sí, diría que héroes en general. No me apetece ver más historias de Marvel, DC (quizá si se combinasen), 007, Misión imposible, F&F y cualquier otra saga que se dedique a salvar el mundo con alguna solución sacada de la chistera en el último minuto y que tenemos que creer. ¿De verdad son creíbles? Pues no, la mayoría de las veces no lo son… ni falta que hace porque ya entramos en la sala con esa expectativa. ¿Cuánto nos dura el interés? Según el momento vital, toda la vida o solo unos años. Yo les reconozco el mérito de crear esos universos, pero hace unas paradas que me quiero bajar de este tren.

Televisión
Si hace un par de semanas hablaba de «Los Simpson», no puedo evitar hacer lo mismo con el gráfico de otras comedias. Se confirma que es de las pocas que aguanta tras varias temporadas con malas valoraciones y es interesante ver que pocas acaban por todo lo alto. Se podría calcular si hay alguna relación entre la duración y los votos, pero al final lo que importa para decidir si se continúa o no una serie es la audiencia. En el otro lado, el de los estrenos, tenemos a las plataformas generando 60 novedades a la semana, según parece, contando también pelis y documentales. No sé cuántos sobrevivirán, pero está claro que sería imposible hace unos años cuando solo había dos canales… aunque había muchas más salas de cine.

Internet
Recuerdo, hace mucho, mucho tiempo, que en su aviso legal a una marca se le ocurrió incluir que no se podía enlazar a su web. Seguramente se debía referir al uso de imágenes desde servidores externos, pero los de legal ya se sabe que se curan en salud y lo hacen todo lo más ampliamente restrictivo posible. Hace menos, pero igualmente suena a otra época, los medios no querían que existiese Google News porque les quitaba tráfico. Y consiguieron que desapareciese… durante un tiempo. Ahora, las redes sociales penalizan el alcance de los enlaces fuera de la red, incluso los bloquean. Como bien recuerdan en Substack: los enlaces no deberían limitarse.

[Contenidos] Método para activar tu creatividad

Después de hablarte la semana pasada de la arquitectura de la información, te traigo mi resumen-comentario de un libro totalmente opuesto: «El camino de la creatividad», de Facundo Arena: disponible en PDF a cambio del correo gentileza de Laboratorio Gaiki.

En el primer repaso al índice, se ve que los apartados son cortitos, de poco más de un par de páginas. Como escritora, sé que es una buena forma de organizarse; como lectora, agradezco que pueda ir directamente a lo que me interesa. Eso los bloques «Manos a la obra» donde el autor sugiere actividades para estimular los sentidos creativos.

Apunta Arena que la creatividad nos toca con «su varita mágica, muchas veces disfrazada de casualidad o de producto de un lago esfuerzo» y la define como «una fuerza natural que hace y trasciende todas las cosas y seres del Universo». ¡Vaya propuesta! Me gusta la idea de que sea una fuerza de la naturaleza, como la gravedad o el electromagnetismo, una explosión, una energía capaz de crear vida.

La definición de idea también me gusta: destellos de posibilidades, insinuaciones del Universo. La de David Lynch ahonda un poco, literalmente: son peces en el agua, en la superficie están los pequeños y en las profundidades los más grandes y raros. Quizá por eso sugiere poner nombre a la idea, para salvarla y después hacer un boceto para que sea digna de ser desarrollada. Así también la pulimos para perfeccionarla.

Un matiz interesante para distinguir creatividad de inspiración: la primera está relacionada con la generación de ideas y la segunda con lo que se hace después con ella. Para que lo segundo ocurra, hay que cuidar de la idea, es decir, protegerla de personas negativas que pueden arruinar el proceso creativo. Eso sí, una vez se ha realizado, ya no es nuestra: pertenece al mundo.

Otro matiz es que se puede copiar y mezclar porque nadie empieza de la nada. Todo está inventado. Dice el autor que «debemos destruir el mito de que la creatividad es solamente originalidad. Es la combinación de cosas ya realizadas para crear algo nuevo». Así que nada de empezar con esa limitación ni desechar una idea porque ya está hecha.

Hay varios factores de riesgo que estropean nuestra capacidad de inspirarnos: cuando hacemos muchas cosas, nos cerramos a nuevas; al estar demasiado tiempo en el mismo lugar o con las mismas personas; y la mala costumbre de no centrarnos en disfrutar de lo que estamos haciendo.

También hay varios motivos por los que perdemos nuestra energía creativa o fuerza de voluntad, pero la falta de entusiasmo se puede recuperar volviendo a poner foco en las ideas que apuntaste, repasando bocetos, leyendo sobre el tema… Poco a poco vuelve el hábito (disparador, rutina, recompensa) y la productividad creativa.

Tener un proyecto nos ayuda en momentos difíciles porque, cuando estamos inmersos en ese proceso, el tiempo deja de contar. Pueden ser minutos o varias horas, según. Además, la creatividad requiere organización, tiempo y disciplina. Relacionado con esto, habla del ritmo creativo: hay quien entra en sintonía fácilmente, de forma natural, y a quien le cuesta un poco más. Cada cual fluye a su ritmo.

En resumen, el método creativo que propone Arena sigue estos pasos:

  1. Convierte una idea en un proyecto (y ponle nombre).
  2. Define objetivos (para organizar el trabajo y poner fecha de finalización).
  3. Haz averiguaciones (investiga, documéntate, toma notas).
  4. Elige un gurú (una persona «que conozcas bien» a la que dedicarle el proyecto).
  5. Prepara tu taller (o lugar de trabajo).
  6. Haz un prototipo (por la vía incremental, paso a paso, o la iterativa, versionando).
  7. Encuentra tu aldea (un lugar para expertos fuera de tu zona de confort).
  8. Pide ayuda (supera el miedo y busca apoyos externos).
  9. Medita (si quieres, digo yo).
  10. Da un paso al lado (para no quemarte).
  11. Be water, my friend (y fluye).

Acabo con una frase de Charles Mingus que he recuperado de otro libro «El código de la persuasión«: «hacer complicado lo simple es lo normal; hacer simple, terriblemente simple, lo complicado: eso es la creatividad». Y, de paso, te recuerdo que hace unos años recopilé algunas ideas de John Cleese sobre este mismo tema.

Media News S14 A23

Cine
La inteligencia artificial está en todas partes, sí, también en el cine. Tres noticias al respecto para que veas que casi podría hacerse un monográfico. 1/ Actores que, por contrato, no quieren que se manipule su interpretación. Bravo. Más todavía si ya hay quien la usa en redes sociales, claramente sin su permiso, con la excusa de la diversión. 2/ Guionistas que quieren prohibir el uso de la inteligencia artificial en su profesión. ¡Ah, para eso sirven los sindicatos! Y 3/ Directores que, por la magia de la IA, ven copiado su estilo para generar imágenes, hay que reconocerlo, muy realistas y representativas.

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Te dejo un tema de debate para la próxima vez que alguien te hable de chats inteligentes: ¿sabes que pueden mostrar publicidad? Pues sí, hace ya un tiempo que es posible y viene bien indicado como anuncio. El contexto de la pregunta lo pone fácil: si buscas una marca concreta, ¡cómo no darte un modelo! Quizá con otra más indirecta no llegaría a mostrarlo, pero es una posibilidad que seguro hará a más de una marca relamerse. Mientras, la otra cara de la moneda: estos días se está hablando de despidos en el sector y prohibiciones. Quién nos lo iba a decir hace unos años cuando nos reíamos de su abuelo.

Internet
La automatización a veces funciona y a veces no. Tan binaria como los 0 y 1 que la configuran. Y no lo digo por la IA, hablo de mensajes que se envían automáticamente cuando pasa algo. Estás de vacaciones, dejas de correo de aviso para quien quiera ponerse en contacto contigo. Gestionas reservas y programas una notificación cuando hay plazas libres. Hasta aquí la teoría, en la práctica: contestas aunque digas que tu tienda está cerrada y llamas por teléfono porque si no se pasa el plazo. ¿Dónde está el problema? Quizá en el que el sistema no lo tiene todo previsto, incluida la posibilidad de que alguien quiera hacerlo a mano.

Televisión
Si quieres algo serio, la iniciativa del segundo canal francés para explicar el cambio climático a diario insertando el gráfico de colores con la temperatura anual y con noticias de divulgación relacionadas, en prime time, no en un horario minoritario. Y es serio, también por algunos comentarios a la publicación, como siempre. Si prefieres algo más divertido, no puedes dejar de ver este hilo de votaciones sobre momentos televisivos que parodian la propia televisión. Hay algunas que yo ya los califico de clásicos históricos, como «El príncipe de Bel-Air» o «The Nanny».

[Contenidos] Lo básico de la arquitectura de la información

La intención de publicar mi libro para este Sant Jordi se está quedando en eso, intención. No te habrá pillado por sorpresa si recibes mi newsletter porque allí lo he ido contando todo, pero no significa que lo abandone: solo está en pausa. Mientras, para compensar, las próximas semanas te voy a resumir libremente tres libros interesantes relacionados con los contenidos.

El primero es «A Practical Guide to Information Architecture«, de Donna Spencer: 1ª edición gratis en PDF (hasta llegue la 2ª).

La arquitectura de la información (AI) es cómo se agrupan y etiquetan las piezas (en nuestro caso páginas web) para que tengan sentido y la gente las use fácilmente (es prima hermana de la usabilidad). La parte visible para el usuario es la navegación, aunque también hay una menos evidente que es la estructura general y los metadatos. Intervienen tres factores:

  • Contexto: los objetivos de la empresa, la cultura corporativa, la tecnología de la web (CMS) y las restricciones de diseño (accesibilidad).
  • Personas: la investigación (user research) debe resolver cuestiones como cuáles son sus necesidades, qué harán en la web o qué saben ya de ese tema. Hay muchas técnicas para recopilar estos datos, como encuestas, entrevistas, focus groups, card sorting, observación directa, estadísticas de la web, etc. Después, hay varias formas de presentar la información, como un informe, perfiles, escenarios (historietas que describen una situación de uso) o mapa de experiencia (customer experience map).
  • Contenido: para saber qué se tiene, nada como un inventario y posterior auditoría. El mapa web o site map es la forma más sencilla de presentar el contenido si conviertes el inventario en un diagrama. Entonces, hay que preguntarse qué contenido hace falta basándose en la investigación previa sobre el comportamiento del usuario y el análisis de la competencia. Después, toca hacer un plan con las tareas y sus prioridades (en mi plantilla todo en uno las recomendaciones son automáticas.

La búsqueda de información suele ser el objetivo del usuario, pero ¿sabe qué quiere o no tiene ni idea? ¿Qué palabras utilizaría? Las soluciones para ofrecérsela son variadas: buscadores, categorías, etiquetas, índices, filtros, comparativas, resúmenes, recomendaciones, «los más»… hasta dejarse sorprender por el azar. Todo ello son formas de establecer la navegación, digamos, externa porque es lo que usarán los visitantes de la web.

El reto de la AI es saber cuál es la mejor manera de organizar el contenido internamente para que resulte fácil. Spencer menciona ocho formas de hacerlo:

  • Las exactas son tiempo (noticias, blogs, eventos), índice alfabético (muy útil cuando ya se sabe lo que se quiere encontrar, pero una pérdida de tiempo si no), geografía, formato (ideal para tutoriales) y estructura organizacional (autoría).
  • Las ambiguas son menos evidentes, como tareas que las personas hacen (pueden ser prácticas como segundo filtro previo), audiencia (un clásico en servicios) y tema (lo que da pie a que cada pieza esté en más de uno).

No creas que esto es todo. Aún hay que elegir el patrón (o la combinación de ambos): los sencillos son jerárquicos (clásico árbol con niveles), bases de datos (con fichas más o menos complejas según los metadatos), hipertexto (cuando los enlaces mandan sin que aparentemente haya una estructura detrás) y lineal (para cursos y libros convertidos a la web).

En el libro también encontrarás una metodología para crear la arquitectura en seis pasos y testearla, además de detalles sobre tipos de navegación y wireframes y prototipos para presentarla. Hay muchas imágenes de ejemplo y algunos casos para entender un poco mejor la teoría. Igualmente, es muy fácil de leer y puede servir para hacerse una idea general a la hora de crear un árbol de contenidos que tenga en cuenta las necesidades del usuario.

Un último apunte: hay muchos perfiles implicados en la arquitectura de la información, desde analistas de negocios a desarrolladores web, pasando por expertos en usabilidad, redactores o también diseñadores. Cualquiera, según Spencer, puede contribuir mientras tenga empatía, habilidad con el lenguaje, gusto por el detalle y dotes comunicativas. El cargo oficial es arquitecto de la información y se encarga de la investigación, documentación y creación de la AI, incluso puede incluirse en el equipo de redacción y SEO.

Media News S13 A23

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Dos con cierta nostalgia. 1/ Dice el calendario que estamos en primavera, aunque en realidad hace ya semanas que se dejaba notar en la temperatura. Sí, es época de escuchar la frasecita de El Corte Inglés, pero parece que este año es un poquitín más difícil: Greenpeace le ha puesto un cartelín delante que nos recuerda que hay algo por encima de las estaciones: el cambio climático. Y 2/ Philadelphia (el queso, no la ciudad) ha hecho un vídeo jugando a construir una frase con la palabra «queso» o, si eres de mi generación, se ha montado una versión moderna de lo que muchos hacíamos con el Cigarral.

Televisión
Ya he dicho más de una vez que «Los Simpson» no están entre mis series favoritas, pero sí que les reconozco su capacidad de seguir al pie del cañón durante tantos años. Pocos lo consiguen sin perder algo por el camino. Así que me hace gracia descubrir qué se han dejado: el interés de las tramas. En este gráfico puede verse claramente cómo las primeras 10 temporadas fueron las mejores y que cada vez las votaciones van a peor. Solo algunos episodios concretos tienen buenas puntuaciones, lo que puede significar que acabará perdiendo también audiencia porque, ¿para qué verlos si son malillos?

Cine
De los creadores de «si no te gusta una peli, te devuelvo el dinero», llega «ven a ver lo quieras que pagarás lo mismo». Sí, ha sido Cinesa a quien se le ha ocurrido montar un videoclub (o Netflix) para que los espectadores puedan repetir estrenos al mismo precio. Para los fans, fans, ya sabes, esos que ven la misma peli una y otra vez, está genial. Para el resto, solo que vayas 2 veces al mes ya lo amortizas… eso sí, si vas a ese cine en concreto. Claro que es más caro que tener una suscripción a cualquier plataforma, pero es pantalla grande y eso se paga, ya lo sabes.

Internet
¿Es normal que últimamente el nivel de pereza y cansinez/cansinismo se te suba por las nubes al leer cosas de Twitter? A mí me pasa, sí. Hubo un tiempo que no era así, todo eran noticias buenas y la esperanza de tener tuits editables era algo que nos motivaba a seguir ahí dándolo todo, pero ya no. ¿Desde cuándo votar es nido de bots? Eso dicen para que solo pueda hacerlo quien tenga cuenta verificada. Atención que estamos hablando de encuestas en redes sociales, léase, preguntas de lo más simple: ni vinculantes ni representativas ni nada más que un juego para pasar el rato. Vamos de mal en peor.

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