Dos hechos inspiran las reflexiones de este post: por un lado, la creciente oferta de cursos impartidos por agencias (la Academy de Secuoyas y la Scool de 101, por ejemplo) y, por otro, mi participación en unas cuantas sesiones docentes. Una mezcla de ambas cosas propicia que me pregunte qué espera la gente cuando se apunta a un curso que incluya ‘social media’ en algún lado, ya sea en título explícitamente o dentro del contenido.
Podría asegurar que son personas que no leyeron ni el post de María ni el libro de Cristina porque ambas, y coincido plenamente, demuestran que la autoformación es fundamental en los perfiles 2.0. Pero quizá simplemente se apoyen en la expresión, con la que también estoy de acuerdo, de que la experiencia es un grado y la busquen en aulas en lugar de en la Red.
Es sabido que lo más importante de cualquier curso (desde master millonario a charla gratuita en centro cívico) es el profesorado ya que de ellos depende la reputación del centro. Sus conocimientos prácticos serán los que atraigan a los alumnos, deseosos de entrar en contacto con profesionales del sector para aprender de ellos (y hasta pedírles trabajo).
Esto es así en cualquier ámbito, pero en el de los medios sociales aún más porque propician el DIY, el hágalo usted mismo. Y es que una de las ventajas que tienen es que cualquiera que se documente un poco dar sus primeros pasos fácilmente y es ahí donde las agencias han encontrado su filón.
Podría parecer que formar a posibles clientes es pan para hoy y hambre para mañana pero yo lo veo al contrario (y supongo que ellos también) ya que les permite abrir una línea de negocio complementaria saltándose la parte que menos aporta de todo el entorno docente: los centros. Si la propia agencia es capaz de gestionar el espacio, la promoción y la administración de los alumnos, ¿para qué necesita intermediarios frente a los alumnos? Ella tiene lo imprescindible: ¡el conocimiento!
Otra ventaja es que, tratándose de medios sociales, no hay una manera de hacer predeterminada que asegure el éxito, no hay fórmulas mágicas, no hay secretos que cobrar a precios astronómicos… Los alumnos que busquen esto, se equivocan porque este tipo de cursos se basan en la experiencia, en el día a día que vive la agencia con sus clientes, en los resultados que han obtenido y en la reputación que con éstos han ganado. Por eso son cursos prácticos, porque la teoría se puede explicar pero los ejemplos basados en hechos reales son los que inspiran.
El problema viene cuando no eres agencia y dependes de la infraestructura de centros para poder compartir conocimiento. Suerte que los blogs y las newsletters tienen todavía mucho que ofrecer en este sentido.