Estoy cómodamente tirada en el sofá viendo anuncios y de repente una voz a mi lado dice «cuando veo este anuncio pienso en ti». Antes de decidir si estoy de acuerdo o no, pienso qué bonito a la vez que siento una sensación extraña. ¿Qué sentir cuando un spot que define tu vida?
Lo primero, rabia. No me gusta ser fácilmente etiquetable, aunque claro eso ya es una etiqueta en sí misma. Recuerdo el gráfico de J&B con el slogan «No quiero ser parte del rebaño». Por no querer serlo, ya han encontrado cómo etiquetarme.
«Etiquetar» es el trabajo de los anunciantes: definir su target y pegarse a él hasta que el comprador se sienta tan identificado con la marca que no le afecten la publicidad de la competencia. Cuando eres el comprador potencial de algo, prepárate para verte en la televisión (sin necesidad de ir a ningún programa de telerrealidad). La mala notícia es que todos somos compradores potenciales de algo.
Las marcas hacen estudios de mercado para decidir cómo eres y qué te gustaría comprar. Y fabrican spots de tu día a día, de tus gustos, de tus costumbres, de tu familia o amigos… te verás en televisión, verás tu vida pasada por el bonito filtro de la publicidad.
Pero, ¿tu vida o lo que tú querrías que fuese tu vida? ¿Realidad o proyección? O peor, ¿lo que los otros creen que es tu vida? Por «otros» aquí caben desde los propios anunciantes a cualquiera que alguna vez tenga que hacerte un regalo (familiares y amigos, hasta compañeros de trabajo).
¿Recuerdas algún anuncio que defina tu vida? ¿Has visto algún anuncio en el que claramente hayas dicho «está hecho para mí o para tal persona»?
¿Más temas? Sigue atent@ y, si quieres, lo leerás aquí.