La Academia de Televisión entregó ayer por la noche en TVE sus premios anuales. Aquí no encontrarás los resultados (no quiere ser este un blog puramente informativo), más bien un listado de impresiones que he recogido a modo de crónica mientras veía la gala (como ya hice para los premios tp).
La primera presentadora fue una mujer de la limpieza y los mensajeros que traían los sobres con los nombres ganadores iban vestidos más de basureros que de repartidores. ¿Sería una sútil referencia a la telebasura?
Toda la entrega de premios estuvo relacionada con la basura. Los presentadores tiraban una bolsa a una papelerare presentando que se deshacían de lo que no querían (la intolerancia, por ejemplo). El último premiado (un José Corbacho de chillón amarillo) tiró la propia gala a ese basurero improvisado. No me extraña.
No se puede negar que fue una gala poco convencional. Hubo múltiples «problemas del directo» (cuando la cagas y no lo puedes editar): la publicidad entró a medio vídeo, el sonido fallaba, vídeos mal editados, los presentadores no entraban y se saltaban el guión… es que no había manera de seguirlo, fue un desastre de realización.
El público tampoco estaba por la labor: 1/ porque había poco y 2/ porque se aburrían tanto que leían una revista. Vaya planos del público más mal encontrados. En primera fila había un tipo con portátil, ¡qué envidia hacer la crónica en directo!
Entre premio y premio hubo tres actuaciones (1/h) y salían unos animadores que en vez de animar aburrían más. Ni el equipo de «Splunge» ni los otros dos grupos de animadores pudieron despertar a la gente. Creo que Andreu Buenafuente no salió a presentar porque estaba durmiendo o, listo él, se fue con su premio a otra parte.
Lo innovador de la ceremonía fue ver cómo el premio salía del escenario e iba al patio de butacas. Estuvo repartido: unos iban a hablar al escenario y a los otros los basureros les traían el premio al asiento. Hasta aquí hay clases: unos pudieron dar las gracias y los otros respondieron preguntas de los mensajeros, respectivamente.
Otra cosa a destacar fue que la estatuilla presentase a los presentadores. Sí, esta alegoría vanguardista de la Victoria de Samotracia de Pello Irazu (según dijo el presidente de la Academia, Ignacio Salas, «sin cabeza ni tacto, como la televisión») hablaba en directo e incluso hacía ser el guión a los presentadores. La cuestión es que había momentos tan surrealistas como que 1/la estatua presentaba a los que en teoría daban el premio; 2/ estos daban los candidatos; 3/ el basurero leía el ganador; 4/ por fin el sufridor recibía su premio.
Algunos, como ya he dicho, pudieron dar las gracias y otros no. Al comienzo salió una especie de guardia que decía que no iban a poder alargarse mucho con los agradecimientos. A un ganador, le sacaron del escenario a medio «gracias» con la entrada de una animación. Quizá tendrían que haber limitado también el número de personas que subían al escenario, sólo con tener que dar dos besos/la mano a los presentadores perdiron minutos preciados (sobretodo al hacer subir a toda la plantilla de informativos de TeleMadrid).
Pudimos ver a gente que hacía tiempo no veíamos. Quiero pensar que ahora trabajan en autonómicas sino habría sido como rescatar a viejas glorias. También vimos a antiguos CQC de basureros, aunque Juanjo de la Iglesia presentó un premio. No sé bien el por qué de esta diferenciación… de la Iglesia tiene ya programa autonómico, ¿no?
Hubo también el típico momento publicitario, por partida doble: 1/ autopromo de TVE y «El enemigo en casa» y 2/ Madrid 2012 hasta la saciedad. La única relación que veo a la decoración y guión de inspiración Griega son los juegos olímpicos… Sería muy exajerado usar esta excusa, ¿verdad?
También la propia Academia hizo su propia autopromo dando las gracias por los récords de consumo televisivos: 4h/día. Criticaron poco nuestra tv, más bien la trataron de medicamento como si en su justa medida fuese beneficiosa; los niños pidieron protección al menor y los mayores recordaron que existe la autoregulación.
Lo más interesante también fue oír cómo mezclaban constantemente referencias a realities de otros países con datos de premios deportivos ganados o lo primero que se les ocurría. Quizá querían demostrar así que lo que tenemos no es tan malo como nos creemos.
Lo único convencional de estos premios fue la declaración de Luis Merlo al recoger su premio y desear que su premio sirva para que se juzgue a la gente de cintura para arriba y no para abajo. Tampoco fue muy normal ver a Lorenzo Milá llevarse el premio y elogiar al verdadero ganador Matías Prats (que no acudió).
Para acabar la anécdota graciosa: cuando hablaban del pueblo granadino donde la tele ha llegado hace poco, pincharon plano de José Luis Moreno. El pueblo se llama Tocón.
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