Media News S10 A20

Televisión
Ayer TeleCinco cumplió 30 años, pero poco hizo para celebrarlo más allá de ponerlo en su mosca y hacer unos vídeos para «Sálvame». Precisamente la elección del programa dice mucho de cómo es (y ha sido) la historia de esta cadena. Dos datos más o menos sorprendentes: por un lado, que no sean ellos los que más tiempo hayan dedicado al tema estrella de los informativos estos días y, por otro, que sean los que más multas se llevan principalmente por excederse de anuncios o por publicidad encubierta. El repaso a su historia incluye programas ya clásicos, eso seguro, pero su actualidad los está llevando a ser una exagerada parodia de lo que fueron.

Internet
Buscar qué ver en la tele nos quita 45h al año, no es poco. Pero alguien tendría que calcular cuánto nos quita gestionar los avisos de las páginas: entre privacidad, galletitas y publicidad, diría que es mucho más de 7 minutos al día para los que pasamos, ejem, muchas horas navegando. Se supone que, al menos una parte, es por nuestro bien pero resultaría más práctico un botón de «rechazar todo» que sirviese para todas las páginas. Como un bloqueador de publicidad, pero de todo lo demás. Aquí dejo la idea por si alguien es capaz de programar una cosa así de ¿avanzada? Seguro que, aún así, la alegría nos duraría poco porque buscarían la manera de hacernos aceptar algo y dirían que es «por nuestro bien».

Publicidad
Hay productos de los que no sabemos las marcas que los han fabricado, quizá porque se compran a peso o porque no la tienen visible. También porque algunas veces ni nos preocupa el origen: ¿te has parado a pensar en de dónde viene la rodajita de limón que muchos bares sirven con el refresco? Eso sí, que éste sea de la marca que tú has pedido, ¿eh? Por eso me gustan las campañas del sector alimentario que buscan poner en valor los productos para que nos fijemos en su origen, de dónde vienen y quién está detrás. Antes no había interés en esta información, pero cada vez el consumidor es más responsable y no solo con los animales. Hace justo un par de años comentaba el spot de Marlene y ahora se está emitiendo el de Val Venosta. La próxima vez que compres manzanas, ¡fíjate en la marca!

Cine
Hay películas que se miran sin mayores pretensiones que las de pasar el tiempo, desconectar del trabajo. Para algunos el género es la comedia, quizá comedia romántica, aunque para otros puede ser la ciencia ficción o el western. Son las películas que te llevan a un mundo idílico, inventado, incluso puede que imposible de revivir en la realidad actual y por eso son perfectas para sentarse en el sofá. Son tan ideales que deberían ser un género, hasta tener sus propios premios. Me imagino las categorías: mejor película para ver a ratos, mejor personaje con el que es imposible empatizar, mejor fotografía para echar una cabezadita, mejor canción que no se pega… Podría parecer negativo, como Razzies que se entregan en 10 días, pero, si existiesen esas categorías, ahorraríamos tiempo eligiéndolas.

[Contenidos] Crear una comunidad gracias a los contenidos de sus miembros

Si todo escritor necesita una tribu y todas las marcas son creadoras de contenidos, será que las marcas también necesitan una tribu, ¿no? Habrá quien la llame lectores, usuarios, público potencial, audiencia… pero en redes sociales su nombre suele ser comunidad y el responsable de su gestión diaria es el community manager.

Si quieres crear una comunidad, una buena guía es «The Community Canvas«. Este modelo es una herramienta con 3 secciones que en total dan 17 temas y uno de ellos, por supuesto, es el contenido. Su web está llena de materiales para entender este canvas como guías, hojas de trabajo y ejemplos, además hay una parte en castellano.

Los contenidos están dentro de la sección de experiencia, es decir, la que traduce la identidad en actividades que aporten valor a la comunidad. Aquí también se incluye la selección y la transición o cómo se hacen miembros y cómo dejan de serlo, además de las reglas de membresía o los roles que se pueden adoptar.

Las preguntas que proponen hacerse para crear valor gracias a los contenidos son:

  • ¿Cómo la comunidad cuenta historias a sus miembros?
  • ¿Qué contenido crea vínculos fuertes entre miembros?
  • ¿Cómo los miembros aportan contenido de valor a la comunidad?

Como ves, el contenido es una historia. Cuando algún miembro quiere compartir un descubrimiento o su experiencia, crea la pieza de contenido. Así la comunidad es el lugar en el que se intercambian ideas y proyectos, se sienten inspirados por lo que otros crean, reconocen a los miembros como iguales porque les conocen, colaboran y se sienten conectados.

No hay que olvidar que los contenidos son fundamentales para la comunidad porque son el material del que están hechas las conversaciones. Además, la empresa es el centro y quiere ser la referencia, pero no es la única que puede iniciar una conversación y ser escuchada. Así que debe fomentar que sus miembros puedan contar sus historias, abiertamente y sin dudar de que servirá para aportar valor a la comunidad porque creará mejores vínculos entre los miembros y también con la marca.

Lo que me gusta de esta propuesta de canvas, además de que también pueda aplicarse internamente si se considera a los empleados una comunidad de embajadores de marca, es que incluye las elementos de una estrategia de contenidos porque habla de diferenciación (posicionamiento), propósito (valores, misión y visión), identidad de los miembros (audiencia), experiencias compartidas (los temas), lenguaje de la comunidad (guía de estilo), organización y gobernanza (departamentos), financiación (presupuesto) y, lógicamente, canales y manejo de la información (plan de contenidos).

Si empezaste leyendo este post pensando en crear una comunidad, sorpresa: en realidad, necesitas una estrategia de contenidos.

¿Quieres crear una comunidad alrededor de tu marca? ¡Piensa en los contenidos! Compartir en X

Media News S09 A20

Televisión
Los datos nos devuelven a la realidad y evitan que creamos que somos el centro de todo el universo conocido. ¡Están ahí para aprovecharlos! ¿Por qué entonces los programadores de la televisión generalista ignoran que la franja horaria en que más tele por streaming (OTT) se consume es de 21-23h? ¿No deberían convertir esas horas en su prime time en lugar de eternizarlo hasta las tantas? ¿Por qué ignoran también que las series no deberían superar los 60 minutos? Será que se fían del audímetro y no tanto de encuestas sobre ¿su competencia? Claro que los datos también sirven para la audiencia, para saber si estamos en la media o somos los raritos que ven documentales de La2.

Internet
Sigo con los datos, pero los abiertos. Cada poco veo algún vídeo creado con esa información, casi todo evoluciones históricas. Por eso me parece interesante la propuesta de Verba: puedes buscar una palabra o expresión en los informativos de TVE y así saber cuántas veces se ha mencionado. Como si fuese Google Trends, pero basado en cobertura informativa y noticias en lugar de búsquedas. Quizá algún día habrá la posibilidad de buscar en los subtítulos de todos los formatos, también en series y películas. Es un futuro que me gustaría, aunque me cuesta de imaginar cuando no soy capaz de encontrar en mi propio historial dónde leí una noticia. ¿Sería en el móvil, en el navegador o en cualquiera de los navegadores que incorporan las apps para que no salgamos de sus redes?

Publicidad
La rapidez se premia y eso hace que todo vaya deprisa, muy deprisa (con las consecuencias que eso conlleva). Una respuesta rápida es de gran ayuda en diferentes situaciones, también en publicidad. Hace unos días, todos estábamos viendo un time lapse de una hamburguesa cubriéndose de moho para demostrar que no tenía conservantes. Los hubo que contestaron rápidamente en las redes sociales y los que crearon campañas con un par de días de ¿retraso? Si alguien está esperando a hacer algo, ya va tarde. No se puede esperar tanto. Un año después, como ha hecho la ONCE, es extraño: ¿por qué esperar tanto para reunir a los protagonistas de una película para una campaña, aunque sea una pequeña serie de vídeos?

Cine
Dirigir un remake de tu propia película no está a la altura de interpretarte a ti mismo en una película sobre tu vida como le pasa a Nicolas Cage, pero tampoco debe ser fácil. Lo hizo Zoltan Korda en 1955 con «Tempestad en el Nilo«: es un remake de «Las cuatro plumas» de 1939. Es una de mis películas favoritas así que fue fácil darme cuenta de que incluye algún metraje de la «original». Supongo que «el robo» es lógico porque prácticamente la calcaron con la excusa de hacerla en cinemascope. Claro que compartiendo director y guión, ¿qué otra cosa se podía hacer? La versión más reciente, la de 2002 y que finalmente me atreví a ver, es muy diferente y quizá por eso no la encuentro a la altura y ya no me fío de la del 78.

[Contenidos] Qué se puede aprender de Andrew Craig en «El premio»

Nueva entrega de mi serie de artículos sobre personajes de películas que son escritores. En esta ocasión reviso una de 1963 con Paul Newman en el papel principal: «El premio«. Está dirigida por Mark Robson y el guión es de Ernest Lehman, basado en la novela de Irvin Wallace. Lo apunto porque sorprendentemente es una película muy hitchcockiana, quizá demasiado. Como siempre, lee bajo tu responsabilidad porque el post está lleno de spoilers.

¿Qué se puede aprender de Andrew Craig (Paul Newman) en "El premio"? Compartir en X

«El premio» cuenta las ajetreadas horas que Andrew Craig pasa en Estocolmo cuando va a recoger su Nobel de literatura, desde que aterriza hasta que se lo entregan. Por el camino se encuentra con una trama que bien podría ser de James Bond (la novela «Operación Trueno» es del 61 y la de «El premio» del 62). Él mismo la explica en una rueda de prensa que no tiene desperdicio y que puedes ver en YouTube. Sí, explica de qué va la película a los pocos minutos de empezar (aunque nadie le toma en serio ni lo harán hasta casi el final), incluso se atreve a decir a los chicos de la prensa que «no le copien la idea que la puede necesitar más adelante». Me suena eso de no querer contar a nadie de qué se está escribiendo, pero a la larga queremos todo lo contrario y, de hecho, es casi lo primero que dice a los periodistas al bajar del avión: «¿dónde estaban cuando les necesitaba?».

Dejando de lado la conspiración que destapa y centrándonos en su faceta de escritor, el de Newman es todo un personaje. Hace unas declaraciones muy duras, incluyendo que quería rechazar el Nobel hasta que se enteró de que era un premio remunerado y se lo repensó porque «no es moco de pavo». Más adelante dejará entrever que no cree merecerlo, aunque no llega a decirlo tan claramente. La realidad es que se dan pocos premios a los escritores, así que cualquiera debería ser bienvenido y agradecido, aunque no venga acompañado de un cheque.

Andrew ha publicado seis novelas (como «Los muros de Kroiden» y «El estado imperfecto») y se suponía que los últimos seis años había estado escribiendo «Regreso a Cartago». De las primeras dice que «no vendió las suficientes como para que el público se enterase» de que eran buenas. Y afirma que la última no existe, que se la inventó «para ocultar el hecho de que ya no tiene imaginación». Para redondear la declaración, reconoce que bebe porque «está irritado consigo mismo por no interesar a los lectores«. No se me ocurre nada más humillante para un escritor que tener que reconocer su fracaso delante de todo el mundo. Hay que ser muy valiente y por eso me ha inspirado a hacer este post.

Un escritor no puede dejar de escribir, casi da un poco igual el tema mientras pueda seguir tecleando. Así que nos enteramos de que durante estos años ha sobrevivido publicando novelas policíacas, bajo un pseudónimo que, dice, no quiere dar a conocer por si los del Nobel deciden retirárselo y con él los 50.000$ de premio. Craig asegura que tiene «olfato para husmear en los misterios de la vida y encontrar temas tortuosos» en lo que observa y, tras mirar a los otros protagonistas de la historia, lo demuestra revelando la trama al inicio de la película.

Recibe el premio en la última escena. Allí dicen dárselo por «su apoyo a ideales humanitarios, su inagotable curiosidad, su constante búsqueda de la verdad, su espíritu insobornable y su audaz imaginación que parece no conocer límites» (sí, esa que él cree no tener ya). Aunque firmase con pseudónimo, se diría que le dan el Nobel por su faceta policíaca, la que demuestra durante toda la película persiguiendo la confirmación de sus sospechas. Sus novelas parece que caerán en el olvido.

No se le ve escribir ni una línea en ningún momento, pero sería divertido estar frente a una novela escrita por el propio Craig firmada bajo el pseudónimo de Wallace. Eso, claro está, sería en el hipotético caso de que el guión reflejase fielmente la novela.

Media News S08 A20

Cine
Cada día vemos llegar un coche, autobús, metro o tren. No le damos importancia. Pero la primera vez que se vio en un cine fue histórico. Gente huyendo de la sala por miedo a ser atropellados, ¡imagínate! Hoy es más fácil que el cine nos sorprenda con algo basado en la tecnología digital que con la cotidianeidad. Ahí están los deepfakes para demostrarlo. Afortunadamente, también hay quien recuerda la historia del cine y la modifica, no para ver una escena con actores alternativos y echarse unas risas, si no para redescubrir la magia de los inicios del cine. Ver «La llegada de un tren a la estación» como si se hubiese filmado esta semana me hace confiar en un uso más inteligente de la tecnología.

Publicidad
Sigo con los recuerdos de tiempos publicitarios mejores gracias al spot de Opel Astra. Si es imprescindible conocer a los Lumière en el cine, también lo es para los anuncios de Coca-cola y Pepsi. Diría que es cultura popular, pero solo para algunas franjas de edad. Demostración: ¿sabes cuál es «la hora Coca-cola light»? Si es la primera vez que oyes esta expresión, te has perdido un anuncio que hizo historia, diría yo. Si has sonreído al menos un poco, es que te acuerdas de que la camiseta sobra para el descanso de las 11.30h. Hoy las cosas han cambiado y en lugar del obrero tenemos un coche. Un cambio incomparable, pero divertido, que me hace pensar en lo poco se divulga la historia de la publicidad.

Televisión
Esta semana la nostalgia viene por el programa especial del 30 aniversario de Antena 3. Algunos recuerdos son claros, otros no tanto. Todos son más o menos conocidos, pero no es la misma sensación si no veía tal o cual programa o serie. Trato de imaginarme un «Viaje al centro de la tele» o un «Cachitos» de su archivo y me cuesta mucho, supongo que porque no llega a la mitad de años que TVE. Aprovechando que COSMO también va a celebrar su 20 aniversario, me pregunto: ¿cómo deben ver los más jóvenes esas primeras emisiones? No puede ser lo mismo que para los que las vimos en directo así que no quiero imaginar cómo serán las celebraciones de 50 años considerando que la edad de jubilación haya llegado a los responsables de esos programas.

Internet
Lo bueno que tiene la Red es que permite a cualquiera tener un espacio, algo propio. Empieza siendo pequeño, va creciendo y acaba complicándose. Ahí empiezan los problemas porque simplificar es cada vez más difícil, aunque necesario, casi obligado. Revisando algunas herramientas para hacer microsites, me pregunto por qué hemos tenido que liarlo tanto. ¿Un blog sigue siendo blog después de añadirle mil y un plugins para ampliar sus funcionalidades? ¿Una web necesita otros tantos para, curiosamente, hacerla sencilla de administrar? ¿Por qué añadimos más para mejorar su rendimiento en lugar de quitar los que lo complican? Antes todo era sencillo, ahora nada lo es.

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