Televisión
Ya lo dije ayer: la gala de la Academia de Televisión fue una gran chapuza. Los pocos que la vimos aguantamos más por reirnos con otro ‘anda qué han hecho’ que por ver un espectáculo digno (lo único que puede quedar cuando ni los presentadores de los premios resultan interesantes). Intentaron no aburrir con discursos de agradecimientos pero lo consiguieron igualmente con una desastrosa realización que nos evitó saber quiénes eran algunos de los nominados y nos hizo ver presentadores que no tenían guión preguntándose qué decir. Eso sí, también sufrimos los discursos institucionales y una sorprendente «Chica yeyé» final cuando espectadores y telespectadores nos íbamos con las manos en la cabeza, rezando porque ahí no estuviese lo mejor del sector.
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Me ha dejado impresionada la propuesta de Amnistía Internacional: el primer poster que reacciona cuando la gente lo mira. O más bien al contrario, cuando no miras la marquesina. La idea es fantástica y el uso que le han dado no puede ser mejor: la violencia de género. Sería fantástico verlo implementado y ver cómo funciona realmente. Para otro tipo de estudio sería divertido que la cámara que detecta si miras o no grabase también la reacción de la gente. ¡Yo, como el que espera otro bus, me quedaría un rato a mirar buscando el truco!
Internet
La tira del lunes de Mauro me hace pensar, más que en Google como respuesta a todas las preguntas, en la imdb. Esta base de datos de películas, programas y series es la mejor, incluso para España. Casi que ella sí que posee la verdad absoluta sobre personajes y actores y es tan fácil parar el DVD y sacarte la duda de la cabeza que debería integrarse como herramienta imprescindible de consulta.
Cine
Este fin de semana vi «¿Hacemos una porno?» (mejor no preguntes por qué) y, por si no era previsible, es una de las peores películas que he visto últimamente. Se trata de una comedieta romántica pero aparentemente destinada a adolescentes engañados por el título. La mezcla de estas tres cosas, comedia, romance y porno, hace aguas por todas partes y desquilibra el resultado tanto que al final es imposible de calificar la película más allá de un ‘allá usted’ o, su equivalente, ninguna estrellita.