En los inicios de la blogosfera, cuando las redes sociales y el microblogging aún no formaban parte del mundo online, los posts se escribían para compartir ideas, para expresar públicamente lo que se opinaba de un tema. Ese era el único y genuino objetivo. Más tarde la marca personal se coló en nuestro vocabulario y vimos que un blog contruibuía a posicionarnos en un sector concreto. Y aún después los motivos económicos aparecieron y con ellos el patrocinio y la publicidad.
Muchos se olvidan, pero lo que estos tres objetivos tienen en común es la necesidad de lectores: no se puede compartir si no hay alguien que lo reciba, tampoco si nadie reconoce nuestra experiencia y mucho menos llamar la atención de las empresas si antes no conseguimos la de los usuarios.
Cuando ya los tenemos, ¿qué queremos de los lectores? Los objetivos se reformulan: ¿que dejen comentarios, que simplemente lean o que hagan click en los banners? Aunque este no es un post sobre cómo conseguir más lectores, ¿también los queremos para que nos ayuden a encontrar más como ellos dispuestos a leer, comentar y clickar?
Entran en juego nuevas métricas. ¿Escribimos para compartir o para que los lectores compartan nuestros posts? ¿Preferimos un comentario o un retweet? ¿Qué tiene más valor? Podemos recuperar para contestar la estrategia que nos marcamos al iniciar el blog, con sus objetivos y sus métricas, pero lo que es evidente es que los comentarios son cada vez más escasos.
Muchos lectores se han movido, del formulario para comentar a otros medios sociales. ¿Para qué gastar tiempo opinando si se puede «interactuar» con un click (de «Me gusta» o de RT)? ¿Podemos aportar algo más que referenciarlo a golpe de click?
Este post tiene deberes: pregúntate cuándo fue la última vez que comentaste un post y con qué frecuencia retuiteas posts de otros bloggers. Y para los que quieren mejorar nota, escribe un comentario en el próximo post que te interese.