Cine
Entre las listas que suelen publicarse estos días, una que ofrece todo tipo de dudas sobre sus elementos es la de películas que se estrenarán en 2022 porque casi debería decirse que se tiene la intención de estrenarlas. Aún así, es curioso leerla y descubrir algunas que ni me suenan, otras que me podrían interesar, un par que pensaba que ya se habían estrenado y no encontrar la que sigo queriendo ver desde el año pasado: «Muerte en el Nilo». Parece que, mientras llega febrero (o cuando sea), me tendré que conformar con volver a ver alguna de las ocho pelis perfectas.
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Dos propias de estas fechas. 1/ Ya he visto demasiados anuncios navideños como para encontrar una historia interesante, ni siquiera esta, pero no puedo dejar de enlazar a algunas gráficas porque no hacen falta tantos minutos para recordarnos que es Navidad con una sencilla imagen, como se haría en redes sociales. 2/ La desestacionalización del título de este artículo no es el único interesante, también hay un poco sobre el buenrollismo de los spots que se ven estos días (y son tantos que te dura el subidón de azúcar hasta bien entrado enero).
Internet
Preparando los envíos de este sábado y domingo, me he encontrado deseando que no los leyese nadie. Sería malo para mí, pero bueno para mis suscriptores porque significaría que, siendo dos festivos típicamente familiares, eligen no consultar el correo. Entonces, si quiero eso, ¿por qué me molesto en programarlos? Buena pregunta y la única respuesta que me ha convencido de hacerlo es mantener la constancia para que sepan que, aunque estén por otra cosa, yo me acuerdo de ellos y pueden contar conmigo. Al fin y al cabo, el contenido que envío es atemporal así que pueden leerlo cuando quieran.
Televisión
Acabo con otro final: mañana es el último programa de «Late Motiv» de Andreu Buenafuente. Esta semana su equipo le ha ocultado las escaletas de los programas y eso es digno de mención porque la mayoría de presentadores dependen en exceso del guión. Hay que tener muchas tablas para salir con una sonrisa cuando sabes que te quedan unos pocos programas y ponerse delante del público sin saber qué es lo siguiente que ocurrirá. Aceptarlo y salir airoso demuestra tanta experiencia como confianza en lo que te rodea. Una buena mezcla que no se sabe cuándo, cómo ni dónde volverá. Lástima.