Internet
¿Una parrafada que nadie lee o un gráfico que entra solo? Lo segundo, ¿no? Pues aquí van dos que muestran visualmente lo que ya sabemos, aunque no lo queramos reconocer: 1/ La cantidad de contenido que se genera y se consume en un minuto versión 2021 sigue creciendo, también las transacciones económicas así que de alguna manera ¿compensa/se justifica? 2/ La cantidad de información personal que compartimos con las plataformas sigue siendo preocupante, pero no parece que vayan a perder suficientes usuarios/clientes por ello como para que se lo piensen mejor y rectifiquen.
Publicidad
Dospuntocerolandia está tan presente en nuestras vidas que algunos olvidan que hay otros formatos offline (sí, sí, revistas y flyers) que siguen siendo igual de eficaces. Cuenta Thomas McKinlay en su newsletter que, pasada una semana, la gente recuerda más los anuncios en papel que los digitales. Eso no implica que convirtiesen más, pero sirve de recordatorio: los objetivos marcan el formato/canal y no todo está online. ¿Se podrá aplicar esto a que la gente recuerda más lo que lee en papel que en Kindle? Quizá porque también significa desconectar para experimentar la lectura.
Televisión
El año pasado, en retransmisiones deportivas y de grandes eventos, empezaron a verse video walls con las caras felices de los fans. Era una forma de mantenerse cerca de ellos, llenar su vacío y ponerle un poco de humanidad a esos espectáculos que sin público son más difíciles de disfrutar para los que participan. Ahora que ¿la normalidad vuelve?, podrían dejar las pantallas para dar una oportunidad a los que están lejos y siguen sin poder ir a verlos en directo. La tecnología existe, se ha demostrado que funciona, ¿por qué eliminarla como si «no hubiese pasado nada»?
Cine
Se impone hablar de «Sin tiempo para morir» y he dejado para el final la parrafada para que puedas dejar de leer si aún no la has visto porque, imposible evitarlo, te destriparé el final. ¡Y qué final! No queda títere con cabeza: se cargan a todo Spectre y a su jefe (en dos tiempos para darle emoción), al simpaticote de la CIA que no sabía jugar a cartas y hasta rematan a Vesper, además, claro, de al propio 007. Quizá por eso le ha ido bien la recaudación: es la última que «hace falta» ver. En otras circunstancias, pensaríamos que le ha dado tiempo de huir porque ese malo tan desaprovechado no es que se lo ponga difícil precisamente. Pero, sabiendo que es la última de Daniel Craig, va a ser que no. Y diría que me alegro, una saga (si es que se puede llamar así a 25 películas en casi 60 años) menos que seguir. Como después de ver «Vengadores: end game». Se cierra algo más que la etapa del actor y no solo por haberse cargado a todos los malos, también la sensación de que lo que hace (salvar al mundo) lo puede hacer cualquiera: mezcla a Toretto para las persecuciones en coche, a John Wick para disparar sin recargar, a Jack Ryan para la visión de inteligencia, a Ethan Hunt para la parte «imposible» y, si quieres, a Batman para los cacharritos como diría el mejor Joker… y ¿qué más necesitas? (si es viajar, mira este libro). Además, ha ido renovándose con los años así que no es tan grave pensar que la siguiente, si es que la hay, sea una aventura que no necesite a Bond, James Bond.