Cuatro empezó el año con un regalito para los seguidores de «House», el estreno de la quinta temporada de la serie. Pero después de ver sus dos primeros capítulos, sigo echando de menos al Dr. House.
Después del culebrón de «Anatomía de Grey» y sus idilios con fantasmas, amores no correspondidos y romances imposibles, apetecía algo menos edulcorado, menos rosa. «House» parecía la solución pero este Greg House cada vez es menos él.
A lo largo de estas cuatro temporadas los guionistas han ido quitando y reemplazando todos los elementos que definen al doctor más honesto de la tele. Durante un tiempo le quitaron el bastón, dejó de cojear y se dedicó a correr todo lo que no había podido. Estuvo otro tiempo sin su vicodina querida, mendigando recetas y sin preocuparse por ir a la cárcel.
Superados esos pequeños giros, los guionistas fueron más allá de los detalles personales y fueron a lo profesional: le quitaron a su trío de ayudantes. Aunque no del todo porque siguen apareciendo ‘los primeros’ y además ha aparecido una ‘nueva hornada’. También su jefa, la Dra. Cuddy, fue substituida durante unos capítulos en los que incluso llegamos a ver a House con bata blanca.
Pero como se quedaban sin argumentos (los problemas médicos parecen más fáciles de encontrar) recurrieron a lo que parecía intocable: su único amigo Wilson. Las cosas están difíciles entre ellos pero seguramente acabarán por estar como al inicio, como todos los cambios que han ido haciendo estos años.
Por el camino, House ha ido perdiendo algo de su personalidad para mostrar, cada vez más, su lado humano. Y, sinceramente, es lo que menos me interesa de él y espero que no vayan a más porque ya explotaron a su exmujer un tiempo y son capaces de liarlo con Cuddy o con 13, ya que con Cameron no prosperó.