Hoy quisiera hablar de uno de los peligros del marketing de contenidos: el plagio o el uso inadecuado de lo que se publica gratuita y abiertamente en Internet. Lo he vivido de cerca esta última semana y creo que puede ayudarte.
Haciendo uno de esos repasos que de tanto en tanto hago sobre ciertas palabras, me encontré con un blog que había copiado y pegado el dossier de una de mis clases, partes de mi página personal incluyendo la imagen que la ilustra y del microsite sobre contenidos.
No sé si te ha pasado alguna vez algo parecido pero te aseguro que nunca me había sentido tan indignada. No sé qué me molestaba más si que no hubiesen respetado la licencia de mi contenido o que hubiese sido un alumno quien lo hubiese hecho. Posiblemente lo segundo porque la confianza puesta era mayor.
La historia acaba bien, aparentemente: el contenido ha sido borrado después de intercambiar algunos correos y sin explicaciones por parte de los dueños de la página. Pero el mal cuerpo que deja una experiencia así se queda siempre en caché. Y la gente que les sigue en redes sociales y les ha dado visibilidad con retuits ni se va a enterar.
La última vez que me quejé de algo parecido alguien me contestó en Twitter que es buena señal que me copien, que algo debo estar haciendo bien. Víctor lo sugiere también en su reciente post sobre plagio: pues no, no me alegro aunque signifique que mi contenido merece tanto la pena que es objeto de plagio.
Sé que a mis clases vienen alumnos con ganas de aprender un oficio, de emprender un negocio que puede llegar a ser mi competencia. También sé que algunos han acabado ofreciendo cursos de lo mismo que han aprendido en mis clases, usando incluso pantallas de mi presentación. Forma parte del trabajo, supongo.
Lo único que pido es respeto por el trabajo hecho. Lleva tiempo y reconocerlo con un enlace dando la atribución no es tan difícil. Como diría el bueno de Jack en “Algunos hombres buenos”, creo que me lo he ganado. Llevo unos cuantos años currando de esto y no es la primera vez que me hacen un copiar y pegar… pero, de estas proporciones, nunca.
Espero que mi caso te sirva, como decía, creo que se puede aprender algo como que:
- Las licencias sirven para recordárselo a los buenos, no para los malos. La manta es un claro ejemplo: el aviso lo ven los que han pagado por el DVD.
- Has de estar alerta siempre, a la caza del infractor. Algunos son más descarados que otros pero se puede pillar a unos cuantos con una simple alerta.
- Es mejor tratar de arreglarlo por las buenas, sin darle más visibilidad al infractor. A las malas siempre se le puede hacer boicot.
Si te llega a pasar, espero que llegues a las mismas conclusiones que yo:
- No hagas que paguen justos por pecadores, sigue esforzándote por crear contenidos.
- No lo publiques todo, guárdate algo solo para ti y tus clientes.
«Es indiscutible que las fuentes deben citarse y enlazarse. Añadir enlaces es una obligación, un requisito indispensable para que se pueda confiar en un texto.» Así empieza el apartado «Cómo enlazar externamente» de mi libro sobre marketing de contenidos y redacción web. Ironías de la vida, lo estaba editando mientras alguien me plagiaba.
Originalmente publicado en la newsletter Marketing de contenidos, número 122 (10 de diciembre de 2012). Suscríbete gratuitamente para recibir un artículo exclusivo cada lunes.