Televisión
El sábado pasado se entregaron los Goya (¿los festivales no son en domingo?) y parece que tuvieron poca audiencia (febrero no fue el mejor mes para RTVE, por sus datos y sus errores). Yo tenía curiosidad por ver si la fatiga Zoom llegaba también a las galas de cine y reconozco que me gustó más de lo que esperaba. Quizá porque fueron al grano y nos ahorraron verlos recoger el premio, así son más humanos. Fue extraña, claro, porque es raro que alguien que se graba diciendo que apoya nuestro cine quite tiempo a los presentadores. Sí, algunos famosetes de allí hablaron más que los de aquí, pero se lo perdonaremos porque, al fin y al cabo, sus pelis llevan gente a las salas y eso es lo que importa.
Cine
No sé quién dijo que «Segundas partes nunca fueron buenas», pero suele acertar. Y más aún si entre primera y segunda pasa mucho tiempo, digamos 20 o 30 años. Poco sentido tiene revolver buenos recuerdos si no es para hacer algo que merezca la pena. No ha sido así con la secuela de «Shaft» ni con «El Rey de Zamunda». ¿Los reboots no se inventaron para evitarnos este tipo de experiencias? Los dos protagonistas convertidos en padres con historias que se han sacado de la manga y que no tienen ningún sentido. No dudo de que ellos se lo hayan pasado bien recordando ¿viejos? tiempos y sí, algo de gracia tiene. Pero, pasados la nostalgia aguanta un rato, después se piensa en cambiar el canal.
Internet
A los pocos días de que Twitter anunciase que busca formas de que los creadores de contenidos podamos rentabilizar lo que publicamos en su plataforma, leo que hay alguien vendiendo tuits. Pero no los «futuros», como algo patrocinado, no: su primer tuit. ¿Suena raro? ¿Y si te digo que no es un usuario cualquiera, si no el creador de Twitter y que su primer tuit es de esos que forman parte de la historia de la Red? ¿Te sonaría mejor saber que se vende utilizando NFT? La noticia lo explica bastante bien, pero aún sigo sin ver el interés por pagar 2,5 millones de dólares por ser el propietario legal de un tuit. Cosas de la historia, supongo. Llevándolo al arte: ¿el orgullo de pintar una obra maestra o el de tenerla en una pared?
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Cuando ves la tele, te tocan ciertos anuncios según la franja horaria y el canal. Tu única decisión es si les prestas atención o no. Lo bueno que tiene Internet es que sí se puede elegir. Yo tengo un bloqueador de anuncios instalado en el navegador, pero sigo a varias fuentes que hablan sobre spots. Así decido cuándo verlos. Leyendo sobre las campañas más vistas de febrero en la web de Anuncios.com, he llegado a la conclusión de que veo pocos. Solo dos de su top 10 los había visto en la tele (los últimos de la lista, curiosamente) y solo el primero llegué a verlo online (diría que desde otra página, no la suya). Ojo, no me quejo de que me lleguen pocas campañas, al contrario, me alegra porque yo decido qué ver y no un planificador.