Televisión
75 años es un buen número para reunir a toda la familia y eso hizo la gala de los Emmys la semana pasada. Los premios fueron lo menos interesante, quizá porque muchos eran previsibles. Pero qué maravilla volver a ver al cast de series como «Cheers» o «Ally McBeal» en sus mismos escenarios y con algún chascarrillo. Fue un bonito recuerdo de que muchos de ellos nos han acompañado durante varios años. Lo que me lleva a esta noticia sobre clásicos: ¿se programarán dentro de 25 años o, mejor aún, cuáles serán los nuevos clásicos para entonces? Es difícil saberlo, pero imagino que alguno de los ganadores sí sobrevivirá.
Cine
Tres enlaces relacionados: 1/ animadores de Disney imitando los movimientos de la modelo Helene Stanley mientras baila para luego convertirla en Aurora de «La bella durmiente» (también hizo de cenicienta). 2/ Actores actuando con marcas en la cara en la era en que el CGI crea y destruye a su antojo, bueno, al de sus creadores. Me gustaría saber cómo verían los primeros el trabajo de los segundos. ¿Pensarían que las máquinas les quitan el trabajo como ocurre hoy en día con la IA o la abrazarían pensando en todo lo que les ofrece? Y 3/ Un mapa para encontrar dónde se grabó una peli… si puedes reconocer el escenario tras los cambios (al punto 2 me remito).
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Mientras empiezo a recopilar contenidos que parecen estar creados por inteligencia artificial (por ejemplo), me encuentro con que a una marca se le ha ocurrido quitar de su nombre las letras IA para dejar claro que sus ingredientes son 100% naturales. Una apuesta arriesgada, aunque encaja bien con Pepsi, la propietaria de los zumos Tropicana que son quienes se han convertido en Tropcn para esta acción. En el otro extremo, te recuerdo que Coca-cola se inventó el sabor Y3000 utilizando IA para llevarnos a un futuro con un gusto que no acabó de convencer. Qué divertido es ver cómo las marcas expresan sus posiciones en temas de actualidad.
Internet
Frente al «tú di que sí a todo» y el «no te fíes, di que no», estaba yo intentando explicar a alguien que se encontraba por primera con mensajes de «eso de las cookies» (léase con todas las letras, como lo haría una persona que tampoco sabe inglés) qué eran y qué implicaban las dos opciones para que pudiese decidir. Difícil, sí, pero básico para dar autonomía a generaciones no digitales. Se supone que esta ley da más transparencia y por eso muestra las cartas de los medios que aprovechan para cobrarnos si no queremos aceptar sus cookies. Estos modelos de negocio son todavía más difíciles de explicar a alguien que todavía va al quiosco a comprar prensa en papel.