Televisión
El año pasado se estrenaron 455 series, solo en los Estados Unidos. Podría preguntarme entonces por qué es más fácil ver repeticiones de la serie de la comunidad de vecinos que alguna de esas novedades. Pero lo que me llama la atención del artículo de dónde he sacado el dato es que sugiere que ha desaparecido la costumbre de hacer resúmenes previos antes de cada capítulo. Es cierto, pero hasta cierto punto. Algunas series lo necesitan para poder seguir el hilo pero también es verdad que algunos los paso deprisa porque estoy haciendo mi propio maratón. Lo mismo que los créditos iniciales que se han reducido a unos segundos y, pobres, los finales quedan cortados por continuidad. Al final, ¿queda solo la serie?
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Los zombies no suelen verse en los anuncios. Hay muchos en series, sí. Casi demasiados cuando se pusieron de moda. Pero parece que pocas marcas quieren tener a uno como protagonista, no vende mucho. Claro que para un día como el de hoy, el de ayer y de hecho toda la semana, es fácil hacer campaña con personajes, digamos, de terror. Bueno, una familia de vampiros que aparca para darle el biberón a su pequeño no es muy terrorífico. Es lo que ha hecho Renault y de paso explica alguna de las características de su coche. No es mala idea aprovechar épocas como éstas. Lo malo es que caduca muy pronto, lo bueno es que posiblemente el año que viene lo puedan volver a aprovechar.
Cine
El guión de algunas películas deja mucho que desear. Lo sabemos todos. «No hay quien se lo crea» es algo que no pasa solo en el género de ciencia ficción donde es fácil meter la pata… puede ocurrir en una comedia o en una infantil. No importa, lo tenemos aceptado. Por eso ver una lista de pelis con tramas de dudosa credibilidad me ha hecho reír. Muchas de ellas las he visto y solo con algunas me lo había planteado como algo disparatado. Quizá porque ya lo sabía cuando decidí verlas y no me importaba. Ésa quizá sea la diferencia con la ciencia ficción: se espera que sea «real» y nos lo creemos, aunque luego los científicos pongan el grito en el cielo. Al final, lo que queda es la moraleja y suele haberla en todas.
Internet
Hay muchas formas de contactar conmigo. Mis alumnos tienden a utilizar los campus de sus centros y mis clientes ya saben que suelo estar pegada al correo electrónico. Ahí no hay misterio. La curiosidad viene de los que no conozco así que de tanto en tanto me divierto con las estadísticas: ¿por dónde suelen contactarme más? Mensajes por Messenger, Twitter y LinkedIn. Hay dónde elegir además del formulario, es evidente. Pero desde que LinkedIn abrió la opción de chat, hay más personas que lo utilizan y ha bajado Facebook. Al menos entre mis contactos que suelen ser profesionales. Es una métrica para mí tan interesante como si el formulario se envía después de haber visitado una página concreta de mi web.