[Contenidos] Escribir y hablar son dos habilidades diferentes

Hoy quisiera hablarte de las relaciones entre hablar y escribir porque no siempre es tan fácil como que las dos cosas se le den bien a la misma persona. Dos personas me lo comentaron la semana pasada y también pensé en ello escuchando a los ponentes del ConfabEU: algunos los había seguido por sus blogs y pensé que su charla podría ser igual de interesante. Pero no, escribir y hablar son dos habilidades diferentes.

Lo primero que hay que tener en cuenta es que para las dos cosas, ya sea publicar un post o hacer una charla, es necesario:

  • Documentarse para ello: ¿quién lo leerá o asistirá? Tenemos que adaptarnos al público, siempre. ¿Hay límite de extensión o tiempo máximo? Pensando que se trata de un guest post es quizá más sencillo de ver que no siempre tenemos libertad total.
  • Tener un guión: he hablado muchas veces de la importancia del índice a la hora de escribir cualquier cosa pero también sirve al hablar en público. Una presentación nos ayuda a no perder el hilo conductor y llegar a tiempo al final de la charla igual que las relaciones entre párrafos nos llevan a la llamada a la acción final.
  • Repasar antes de publicar o de empezar a hablar: editar el texto es imprescindible para mejorar el estilo y practicar en voz alta lo que vamos a explicar en la ponencia también. Leer en voz alta el texto tiene la misma función que un ensayo general frente al espejo o delante de alguien dispuesto a escuchar.

Una vez superados los preliminares, hay que subirse al escenario. Lo de no ponerse nervioso quizá resulta más evidente cuando se habla en público. Miedo escénico, se le llama. Pero también se sufre al escribir cuando se relee y relee todo el texto tantas veces porque parece que nunca está perfecto. Cuanto antes te des cuenta que eso es así, antes perderás el miedo a publicar: la perfección no existe, siempre se puede mejorar. Hay que releer, claro que sí, pero también darle al botón de publicar.

El momento de la verdad llega, tarde o temprano. Empezar a hablar es fácil porque sabes que tienes la atención de tu audiencia, al menos durante los primeros minutos… después siempre les queda el móvil para pasar el rato, así que quizá se gana rápido pero se ha de mantener durante las horas que dure la ponencia. En cambio, cuando publicas algo no puedes ver los ojos de las personas que te leen, ni siquiera sabes el contexto en el que lo leerán, ni cómo o cuándo lo harán. Demasiadas cosas que no se pueden controlar, más miedo y más frenos para no hacerlo.

Comparto con Leo Babauta algunas formas de evitar ese miedo escénico aplicable a la redacción:

  • La práctica quita todos los miedos y te hace crecer. Como cuando al ir en bici ya no temes caerte, al cocinar quemarte o al nadar ahogarte. Cuando no tienes miedo, lo haces mejor porque no te limitas y, además, puedes improvisar algo maravilloso para tu audiencia.
  • Empieza por lo pequeño porque no es lo mismo publicar un tuit que un libro de 200 páginas. Tampoco es lo mismo hacer un brindis frente a la familia que hablar delante de 100 personas. Antes de correr, hay que caminar incluso gatear… poco a poco, lo conseguirás.
  • Céntrate en alguien, piensa que escribes para un conocido o que le hablas a esa cara amiga entre el público. Domina el escenario igual que dominas la hoja en blanco: compartiendo conocimiento.

Escribir bien y hablar bien en público son dos caras de la misma moneda: hace falta saber comunicar para hacer ambas cosas bien. Se puede ser un excelente profesional y no saberlo transmitir. Pero se puede trabajar para lograrlo.

Originalmente publicado en mi newsletter sobre marketing de contenidos número 218 (13 de octubre de 2014).

[Contenidos] La vuelta al cole de los contenidos

Hoy quisiera hablar de la vuelta al cole. Esta expresión es clásica en estas fechas, ¿verdad? Los anuncios van llenos y eso que aún colean los que nos animan a disfrutar del verano. Pero la temporada, oficial y mayoritariamente, toca a su fin porque parece que el mundo se detiene en agosto y justo hoy empieza septiembre así que, niños y mayores, toca volver a la rutina.

Cuando hablamos de contenidos, hay una parte que es rutina pura y dura. La semana pasada exploramos vías más creativas pero es justo decir que la rutina puede llevar al éxito o al fracaso cualquier estrategia de contenidos. Veámoslo jugando con los sinónimos:

  • La rutina puede llevarnos al punto de caer en lo que conoce como la costumbre y darnos confianza en lo que hacemos, seguridad incluso. La constancia y coherencia son necesarias para lograr buenos resultados con los contenidos.
  • Rutina también puede ser algo negativo si pensamos en que estos mismos puntos positivos pueden llegar al aburrimiento, a la repetición sin ninguna otra motivación de cumplir con el calendario editorial y nada más.

Además, hay que tener en cuenta factores temporales:

  • Antes ‘de que se acaba el cole’, estamos metidos en esa inercia de ir publicando contenidos con más o menos ganas.
  • Durante ‘el descanso vacacional’, adaptamos el calendario sabiendo que la mayoría de nuestra audiencia no está, digamos, por la labor. Contenidos más relajados pero seguimos ahí… no se puede decir que todos los contenidos desaparezcan de golpe, solo baja el ritmo.
  • Después en plena ‘vuelta al cole’, por un lado, queremos que vuelva la rutina para sentir otra vez esa confianza pero, por otro, echamos de menos la relajación veraniega. Vamos, que cuesta volver porque estamos descolocados.

Seguro que te identificas con alguna si no todas estas etapas. Pero todo esto tiene solución si abrazas un calendario a largo plazo y no solo calculado para esta semana.

Programar contenidos a medio año vista o, si te atreves, a un año vista es una manera segura de mantener el flujo de publicación adecuado para que la rutina no te quite el entusiasmo y tampoco resultes cansino a quienes tienen mantienen otro ritmo.

No es la primera vez que lo digo pero insisto que al repetir algo se queda: el equilibrio es importante en una estrategia de contenidos. Dos consejos:

  • Hay que establecer etapas de transición entre etapas: ni corras para volver a la rutina ni te esperes a octubre para despertar. Poco a poco, introduce los temas que te interesan mezclándolos con los veraniegos y más, digamos, intrascendentes.
  • Aprovecha las épocas de menos trabajo para parar, analizar y plantearte mejoras. Nunca pierdas la oportunidad de escribir, deja artículos en borrador y guárdalos para otro momento. Que otros se relajen no implica que tú también debas hacerlo, solo dosificar esfuerzos.

Así que nosotros quizá sí volvemos al cole y está claro que los peques lo harán en unos días pero quizá no se puede aplicar a nuestros contenidos porque, ¡sorpresa!, la mayoría no se han ido de vacaciones.

Originalmente publicado en mi newsletter sobre marketing de contenidos número 212 (1 de septiembre de 2014).

[Contenidos] No disfraces tu estrategia de contenidos

Hoy quisiera hablarte del Carnaval y de los disfraces con los que podemos (o no) enmascarar los contenidos que la empresa genera. Y es que estaba yo este sábado contemplando una rúa de Carnaval y, entre carroza y carroza, me dio por pensar en algunas cosas que, ahora tranquilamente, puedo ver que tienen relación con los contenidos y la forma en la que muchas empresas los tratan.

Todos, en algún momento de nuestra vida, hemos llevado puesto un disfraz (si es que no lo llevamos aún en nuestro día a día). Sin querer psicoanalizar a nadie, puede decirse que pasamos por unas fases similares a las que pasa un autónomo/empresa y sus contenidos.

Fase infantil
Cuando somos pequeños, nuestros padres o profesores deciden por nosotros. Vamos muy graciosos con disfraces de peluche y pasamos desapercibidos entre nuestros compañeros con los clásicos hechos en clase (y en serie) con bolsas de basura.

Es cuando nos sentimos marionetas porque otros mueven nuestros hilos. Nos dejamos llevar por lo que el jefe quiere o las tendencias indican que tenemos que hacer. Nuestros contenidos no destacan, pasamos desapercibidos porque, aunque sonreímos, no entendemos bien qué hacemos vestidos de esa guisa/publicando eso.

Fase de niño
Crecemos y nos planteamos qué querríamos ser y, al menos por unas horas o días, lo logramos. Vamos de héroes, de princesas o de lo que nos haya impactado más durante el año.

Nuestros contenidos empiezan a tomar forma… pero no la que queremos, si no la que alguien nos dice que tenemos que tener. Seguimos sin darnos cuenta que otros deciden por nosotros y que nuestros contenidos no llegan a todo lo que podrían ser porque nos disfrazamos de lo que no somos. Aunque, sí es cierto, algo más de atención logramos y, desde luego, nos sentimos mejor con nosotros mismos.

Fase de adolescente
En plena adolescencia, algunos se dejan llevar por las hormonas o el alcohol para decidir cómo destacar más entre el resto de disfraces. Y lo que (parece) les vende más, es lo que se ponen. Seguro que algún jovenzuelo habéis visto así este fin de semana… se pasa vergüenza ajena, ¿verdad?

Pues con los contenidos ocurre un poco lo mismo cuando tratan de enmascarar lo que son, por ejemplo, agencias que venden lo que no saben hacer o empresas que generan contenidos que no son lo que dicen ser. También se pasa vergüenza ajena por el desprecio a la comunidad profesional. Esta edad del pavo a algunos les dura toda la vida, a otros lo justo para darse cuenta de que no es la mejor forma de utilizar los contenidos.

Fase de adulto
Ya más mayores, otras preocupaciones llenan nuestra cabeza como para tratar de ser quienes no somos realmente. Así que, por lo general, no nos disfrazamos. Vale, sí, algunas veces acabamos con antifaz o quizá los pequeños de la familia o los amigos nos empujen a, digamos, una pérdida momentánea de concentración.

Cuando la empresa lleva un tiempo generando contenidos, publicar algo que no encaja en la estrategia no tiene sentido. Tenemos ya un objetivo marcado, un camino a seguir. Y no lo vamos a desviar con contenidos fuera de lugar. Una empresa madura, distribuye contenidos de manera estratégica, pensando en su negocio.

¿En qué momento te encuentras?
Quizá estás pensando que ninguna de estas ‘fases’ tiene que ver contigo. Puedes probar mi autodiagnóstico para averiguar de qué manera tratas a los contenidos y quizá compruebes que no lo tienes tan controlado como pensabas.

Si quieres dirigir los contenidos de tu empresa hacia la fase adulta, ves pensando en hacer una estrategia antes de que sigas disfrazando tus publicaciones de lo que no eres.

Originalmente publicado en mi newsletter sobre marketing de contenidos número 186 (3 de marzo de 2014).

[Contenidos] En qué se parecen las rebajas y la planificación de contenidos

Quizá en los días previos a las rebajas has visto algo que te gustaba pero, en lugar de comprarlo, has esperado para hacerlo ahora a mejor precio. Es algo que hace cada vez más gente por eso seguro que alguna vez te ha pasado que al ir a buscarlo ya no lo has encontrado. Es lo que pasa cuando hay demanda: si no vas los primeros días (¿horas?), olvídate, alguien se te adelantará.

Con los contenidos ocurre una cosa parecida: si no creas tú ese post, esa infografía, ese vídeo… tu compentecia lo hará por ti. Es posible que alguien lo está buscando, ¿por qué esperar a crearlo? Si hablamos de compra/consulta por parte del usuario, está claro que por el ahorro. Pero, como empresa, ¿qué pasaría si perdieses ventas porque otra empresa sí tiene lo que la gente está buscando? Posiblemente que al siguiente año planificarías mejor tu stock, léase, organizarías mejor tus contenidos.

Esto no ocurre solo con las rebajas, claro, pero es cuando más predispuestos estamos a gastar. Los carteles de descuentos nos atraen, queremos aprovecharlos. Pero también tenemos que gestionar la inversión. Las organizaciones de consumidores lo recuerdan cada año para evitar gastos innecesarios. También se puede aplicar a los contenidos.

Y es que es época de controlar lo que se gasta, de estirar el presupuesto para que dure todo el año. No inviertas de golpe la mitad de lo previsto, dosifica y reserva para lo que ha de venir. De nuevo, planifica sabiendo que los contenidos no son una campaña publicitaria preestablecida en el tiempo. Está bien cambiar la web y evidentemente será un gasto considerable pero guarda algo para actualizar tu blog cada semana.

La tercera y última cosa relacionada con las rebajas está dedicada a los que empiezan a trabajar escribiendo pero también a los que les contratan porque, si nos fijamos en algunas ofertas de empleo o páginas de empresas que ofrecen servicios, parece que los contenidos están siempre a precio de saldo.

Las estrategias de precio son respetables y válidas en algunas ocasiones pero que no sean la norma, tampoco para agencias. No se puede comparar la rebaja de una prenda de ropa de las que se han fabricado miles con el mantenimiento de un blog corporativo que es único. No se debería ni preguntar al redactor por un descuento ni aceptar ese tipo de rebajas. Dignifiquemos un poco la profesión.

Originalmente publicado en mi newsletter sobre marketing de contenidos número 178 (7 de enero de 2014).

[Contenidos] Un museo y tu web, ¿se parecen?

Hoy quisiera hablarte de los museos. Este fin de semana largo que he estado de vacaciones he visitado algunos y, como ya hice al hablar de parques de atracciones, se pueden sacar similitudes con los contenidos que cualquier empresa.

No es que vaya a comparar las obras de arte con los productos o servicios que puedas ofrecer. Está claro que éstos han de ser los mejores que podamos hacer para que fuesen dignos de ‘estar en un museo’, como diría el joven Indiana Jones. Tampoco me estoy refiriendo al catálogo que comercializan en sus tiendas, ni cómo tienen organizadas sus páginas web, ni en el origen del término content curator.

Me resulta más interesante algo que dan en las taquillas junto con la entrada y que algunos guardamos de recuerdo: los trípticos (algunas veces simples fotocopias de una página de texto) que funcionan como guía de la visita.

Las hay de diferentes tipos, igual que hay diferentes tipos de contenidos para cada empresa. Algunas necesitarán un plano del edificio porque tiene diferentes plantas, cada una para un siglo o artista, y hasta pueden sugerir rutas para no perderse nada. Ocurre igual con los mapas web y menús de navegación que las empresas con muchas secciones incluyen en sus páginas corporativas.

Hay guías que incluyen imágenes de sus obras más importantes (de ahí que funcionen como souvenir, aunque sean fotos pequeñas). Lo mismo hacen cada vez más páginas web al destacar con cabeceras rotativas lo que el visitante/usuario no puede perderse/debe ver primero. Los destacados deben llamar suficiente la atención como para justificar el viaje hasta el museo, es decir, la visita por la web.

Y es en esas salas importantes, como precisamente comentaban en Duplex hace poco, donde se concentra el mayor número de visitantes. Algunos habrán ido allí solo para eso, igual que mucha gente accede a una web solo a una página concreta. Fíjate que las obras de este tipo son también las más protegidas. Quizá tengas seguimiento de analítica, igual que hay cámaras de seguridad o detectores de movimiento y de temperatura. Pero, ¿tienes igual de controlados los contenidos de tu producto estrella? ¿Revisas su funcionamiento? Piensa en los usuarios y no en ti.

En algunas guías también se incluyen información de cómo deben comportarse los visitantes en el museo: no hacer fotos es la más habitual (lo de no comer es ya algo que todo el mundo sabe). Y no importa que se peguen carteles recordatorio en cada sala, incluso delante de cada obra. Luego habrá de todo: quien lo respetará y no lo hará, quien ni se dará cuenta y lo hará descaradamente ganándose (o no) una reprimenda y quien sabe que no puede pero intentará hacerlo igualmente.

¿Cuánta gente has visto que compre el ticket que permite hacerlas (siempre sin flash, claro) y cuántos tratar de hacerlas sin la pegatina que los acredita? El ser humano es impredecible (más aún cuando va cargado con móviles para inmortalizar se viaje). Así que por mucho que pongamos “haz click aquí”, el usuario lo hará donde quiera. Aunque le digamos “somos líderes”, el usuario querrá que otra persona se lo confirme. Da igual que en la web se destaque “no hay precio mejor”, el usuario querrá comprobar que es verdad.

Sí, en estas cosas pensaba yo en lugar de mirar las obras que tenía delante. Y este es el último aprendizaje: el usuario no siempre tendrá la cabeza en tus contenidos. Puede ser que piense en el avión que ha de coger, digo, en lo que ha venido a buscar y no ha encontrado. Pónselo fácil, no creas que con exponer tu catálogo lo tienes todo ganado. ¡Los contenidos hay que cuidarlos como algo precioso!

Originalmente publicado en mi newsletter sobre marketing de contenidos número 175 (16 de diciembre de 2013).

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