La vi y al final no necesité almohada, como mucho para echar una cabezadita. Mi (ahora absurda) idea de que «Los crímenes de Oxford» se podría parecer a «Los ríos de color púrpura» se esfumó a los pocos minutos. Quizá ya en los eternos títulos de crédito iniciales que parecían sacados de un telefilme. A partir de aquí, se me van a escapar detalles del argumento que no querrás saber si aún no la ha visto.
Ningún atisbo de tensión, ni mucho menos asesinatos raros o que hiciesen apartar la mirada. De hecho, se trata de crímenes que podrían pasar desapercibidos o, como los llaman en la película, «imperceptibles».
Empiezo la lista de cosas que no me gustaron con la palabrería sin sentido de los diálogos. Era como ver una peli basada en «Num3rs«, que se puede aguantar un rato pero al final es más interesante escuchar el ruido de las palomitas crujir. Y eso que siempre me han gustado las matemáticas pero filosofar con números no acaba de tener sentido para mi.
Tampoco me gustó la interpretación y el doblaje no ayudó a creerme lo que salía por sus bocas: veía a otros personajes. Cuesta ver a Elijah Wood vestido ‘de humano’ sobretodo cuando en los planos cortos parece que de un momento a otro vaya a llamar a Sam de ‘lo aflijido’ que se le veía. John Hurt parecía Dustin Hoffman y su actuación tampoco me lo hacía olvidar. Y quizá Leonor Watling no sea dobladora pero lo podía haber intentado porque la voz de Phoebe no le pegaba nada.
Además, Lorna es más mujer florero que secundaria. Eso sí, suda muy bien y sabe jugar al frontón. Además hace unos spaghetti muy ricos que cocina desnuda. No me extraña que el pobre Elijah la bese prácticamente siempre con los ojos abiertos, no se debe creer que esto pase en una película.
Algunas cosillas del argumento: flashbacks innecesarios que más parece que se filmasen para gastar presupuesto que por su relación con la historia; poner una máquina Enigma y un Scrabble en la misma habitación no puede ser casualidad, en Alemania lo habrán tenido más fácil aunque algo se podía intuir; nos dan un regalo para que no nos sintamos tan tontos y seamos de su secta (el «1, 2, 4» dicen que puede continuarse de varias maneras diferentes, pero el «1, 2, 3» invertidos sólo de una).
Acabo con el final de la película. Durante más o menos los últimos 15 minutos vemos cómo los culpables se van sucediendo. Tres, al final parece que hay tres. Y digo ‘parece’ porque el propio Elijah no se lo acababa de creer, su cara en el último plano de la peli reflejaba bastante bien la que se me debió quedar a mi: no me he creído nada.
En resumen, «Los crímenes de Oxford» no estará precisamente entre mis favoritas en ninguna lista (ni siquiera en la de ‘plano secuencia’) pero hacía tanto tiempo que no iba al estreno de una peli que algún buen recuerdo guardaré en el futuro de ella.