Quedan pocos días para Sant Jordi y se cumple el primer aniversario de mi aventura como autora autoeditada así que me parece apropiado hacer un post sobre lo que supone autopublicar tu obra. No va a ser un manual, hay otros que ya lo explican, más bien quiero compartir algunas reflexiones sobre la autoedición que espero sirvan tanto a autores para que se animen como a lectores para que valoren más la labor de los autores.
Por si llegas a mi blog por primera vez o desde hace poco, quizá quieras saber que he publicado unos cuantos libros: ahora mismo, son 12 libros los que llevan mi firma, ya sea como única autora o en coautoría. Y digo «ahora» porque seguramente este año podré sumar 2 más a la lista. Algunos fueron encargos de una editorial, otros se los propuse yo y hay 2 que decidí publicar por mi cuenta. De momento, «Diario de un libro» y «Estrategia de contenidos» son los 2 que he autoeditado. Y aquí digo «de momento» porque quizá en el futuro vuelva a utilizar esta opción. ¡No ha sido tan malo después de todo!
También creo necesario advertir que mi experiencia es en obras de no ficción (aunque he escrito 2 cuentos) pero imagino que es lo mismo para novelas.
Supongo que para alguien que publica su primer libro el mundo editorial debe resultar complicado (sigo recordando el primero como el más difícil). Si como yo ya has tenido relación con varias editoriales, conoces el proceso y sigue siendo duro (todos tienen su historia), pero menos. Las tareas son (aparentemente) sencillas:
- Escribir: obviamente, la mejor parte. Supone documentarte y editar tu propio texto, pero repito que es lo mejor. El título lo decides tú, a no ser que firmes un contrato y ellos tengan la última palabra como en la portada.
- Maquetar el manuscrito: el procesador de textos es el mejor amigo del escritor pero maquetar un ebook no es lo mismo. ¿Y qué me dices de escribir la contraportada y textos promocionales? También lo acabarás haciendo.
- Publicar: tampoco es lo mismo configurar la venta en Amazon que esperar a que la editorial distribuya a librerías y te envíe los ejemplares de cortesía a tu casita. Ver tu libro en tus manos es lo segundo mejor de esta aventura.
- Promocionar: sin importar quién publica, los autores siempre tenemos que poner mucho de nuestra parte para dar a conocer nuestros libros. La editorial hace algo y su implicación es diferente en cada caso (Amazon ayuda lo justo, más si sales en KindleFlash), pero el autor que se autopublica acaba haciendo aún más esfuerzo y, para tratar de competir con la engrasada maquinaria editorial, se convierte en vendedor de guerrilla.
- Cobrar: Amazon te permite saber las ventas casi en tiempo real mientras que las editoriales te lo dicen 1 vez año. Los porcentajes de derechos tampoco son los mismos pero decidirlo todo, incluyendo cuánto recibir por cada venta, no tiene precio.
Podría añadirse al principio de esta lista el tener la idea, intentar venderla a una editorial o incluso cuando se comparan opciones para (auto)convencerse (o no) de que autoeditarse es una única opción porque nadie te contesta o te dicen que no les interesa (quizá has llegado a este post por ese motivo). Cada autor pasa por diferentes etapas antes y después de escribir (diviértete con algún meme sobre ello) y lo que a uno le parece demasiado técnico para otro es sencillo, así que no todas las etapas son iguales para todos los escritores.
Está claro que, como cualquier otra lista de tareas, el proceso de autoedición lleva tiempo. Parece que el manuscrito nunca se termina porque, sin una fecha de entrega firmada en un contrato, el momento de poner «Fin» no llega. Además, crear una portada es algo muy importante y merece la pena dedicarle horas (para alguien que no es diseñador gráfico, aún serán más). Y hay tiempos que no controlas como el de pedir el ISBN o el de que aprueben la publicación en Amazon. Todo parece alargarse mientras que con una editorial es tan sencillo como entregar el manuscrito e ir repasando lo que ellos hacen.
Mi vida editorial es tan ajetreada que cuando alguien me dice que ha leído mi libro tengo que preguntarle cuál. Es una situación divertida pero no tanto como la cara de quien me felicita por haber publicado el último y le digo que antes hubo unos cuantos más. Es difícil de explicar entonces que todos están en librerías, menos el último que solo se puede comprar en Amazon. Hay quien gusta de ver y tocar los libros, quizá sea por eso que, cuando te autopublicas, la gente te mira diferente. Parecen desconfiar del resultado que has conseguido (y que tanto ha costado) como si tu libro fuese de baja calidad. Claro que hay de todo entre el gran volumen de manuscritos que hay al alcance de un click, pero algunos son muy buenos.
Llenar las estanterías de librerías de toda España da trabajo a muchos intermediarios así que las editoriales solo eligen los libros que les parecen más rentables, es decir, de los que creen que podrán vender más ejemplares (ellos sabrán en base a qué lo deciden). Seguro que tú tienes mucho más tiempo e interés en que tu libro se venda, pero te traigo malas noticias: las editoriales tienen los contactos con las distribuidoras que harán que los libros lleguen a librerías y ninguno de estos intermediarios trabaja con autores directamente.
Yo probé sin suerte en las estanterías físicas, así que también intenté meter «Estrategia de contenidos» en catálogos online de las principales librerías. Con la misma mala suerte porque el sistema está pensado para editoriales y librerías pequeñas, no para autores. Ver que «Marketing de contenidos» sigue ahí es una alegría pero me entristece que esté solo.
Las opciones publicitarias son otra gran fuente de impotencia: los medios se hacen eco de unos pocos autores, lógico porque somos muchos, pero triste porque todos tienen detrás la maquinaria de una editorial. Quienes nos autoeditamos recurrimos a nuestros contactos (y los que encontramos) para que nos ayuden a llegar a nuevos potenciales lectores. Caemos en el spam confiando en que alguno hará algo más que dar una felicitación rápida o un Me gusta… pero la mayoría nunca pasan de ahí, doy fe de ello. Lo comprendo pero, qué le voy a hacer, me da pena.
No puedo negar que hay muchos momentos negativos cuando te autopublicas: se empieza con el «No» de las editoriales y se acaba con el «No» de los lectores que no parecen interesados en leer lo que tanto tiempo te ha costado crear. Pero no quiero acabar el post triste porque también hay instantes de mucha felicidad: cuando alguien te escribe un mail únicamente para decirte que le ha servido, si una persona te lo acerca para que se lo dediques o al descubrir que un desconocido te pone unas estrellitas en Amazon. Solo por alguna de esas alegrías compartidas con los lectores ya merece la pena (sería el tercer mejor momento de publicar un libro) y por eso digo que quizá repita más adelante la aventura de autopublicarme.
Para agradecerte de que hayas llegado hasta el final de este post (un poco largo, lo sé), te aviso de que para celebrar el aniversario tanto de «Diario de un libro» y de «Estrategia de contenidos» los he rebajado un par de euros, además de disponibles en KindleUnlimited. ¡Espero que así lleguen a más personas y aumenten los momentos de felicidad!