[Contenidos] Promoción vía medios sociales y correo electrónico

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Las formas de promoción de contenidos más directas son las otras vertientes del inbound marketing aunque, según el presupuesto que manejes y la capacidad de animar a los usuarios a colaborar, podrás, además de utilizar canales propios y los que ganes de otras personas, pagar por publicidad.

Promoción en medios sociales
Si bien el contenido es la gasolina de los medios sociales (posts y actualizaciones en redes sociales), también éstos pueden ayudar a dar a conocer otros tipos de contenidos (vídeos y ebooks). Por ejemplo:

  • Un post puede ser contenido para sugerir usos diferentes del producto estrella de la empresa y otro post servir para promocionar un vídeo que esté alojado en YouTube.
  • Un tuit puede ser contenido para transmitir los mensajes clave de la empresa y otro para enlazar con un post.
  • Una actualización de Facebook puede ser contenido para motivar la participación y otra para llevar a la descarga de un ebook en una pestaña solo para fans.

Por otro lado, las relaciones con bloggers y la optimización social (SMO) también te pueden conseguir menciones de tus contenidos en sus canales. Y, aún más allá, puedes anunciarte en Facebook promocionando tu último vídeo (muy habitual en spots) o ebook que requerirá de suscripción por correo para descargarse.

Promoción por correo electrónico
Hay dos formas de utilizar el correo electrónico para promocionar contenidos si lo mezclamos con lo que acabamos de ver. Y es que una newsletter es, al igual que un post, un contenido con objetivos concretos dentro de la estrategia por lo que puedes incluir botones para compartir el contenido en medios sociales (lo mismo que harías con cualquier otro contenido corporativo) y subir una versión de la newsletter al servidor para que se indexe (si está optimizada, mejor).

Además, puedes enviar los últimos posts o actualizaciones de la web corporativa con lo que, además del contenido propio de la newsletter, también estarías promocionando el de canales externos de forma secundaria.

Para centrar toda la atención de los suscriptores en el contenido nuevo, toda la newsletter debería ir sobre el vídeo, el ebook o cualquiera que sea lo que quieres promocionar. Para evitar que sea demasiado publicitario, puedes incluirlo en el calendario habitual.

Originalmente publicado en la newsletter Marketing de contenidos, número 95 (6 de junio de 2012). Suscríbete gratuitamente para recibir un artículo exclusivo cada lunes.

[Contenidos] Los valores de una empresa y su valor percibido

¿Puedes aportar valor a tus lectores, pero no diferenciarte en nada de lo que ya hablan otras empresas o personas? ¿Puedes diferenciarte tanto que no aportes valor porque no le interesa a nadie? Afirmativo en ambos casos pero, de ser así, no esperes beneficios cualitativos de tus contenidos, solo cuantitativos.

Debe haber un equilibrio entre valor y diferenciación para que la estrategia funcione y los usuarios consigan una imagen clara de quién eres y por qué deberían contratarte. Ampliando el campo de visión a la empresa en general, los contenidos transmiten el posicionamiento de tu empresa explicando tus valores corporativos y mostrando la diferencia con tu competencia.

Para descubrir qué valor puedes aportar, has de parar por un momento, alejarte mentalmente de tu día a día y hacer una introspección para:

  • Recordar por qué creaste tu empresa: ¿qué te impulsó a hacerlo? ¿Qué esperabas que viesen en ti tus futuros clientes? Compáralo si hace falta con lo que pueden estar viendo ahora.
  • Pensar en percepciones, en intangibles. Construye frases más o menos largas que reflejen quién eres y qué es tu empresa, no palabras sueltas. Hazlo con los pies en el suelo, no recurras a la sección ‘valores’ de tu web.
  • Encontrar tu hueco en el sector: ¿qué tienes de diferente respecto a otra empresa de tu sector? ¿Alguna de ellas podría tener tus mismos valores?

Una segunda forma de entender la palabra ‘valor’: lo que perciben los usuarios. Éste último tiene un componente importante desde la perspectiva del marketing de contenidos que no tienen los valores corporativos: ha de ser útil. En este sentido, puede decirse que cuando se utilizan palabras realistas para los valores de las empresas, se acercan al usuario.

Repasa la lista que has hecho antes de intangibles y ponlos a la altura del usuario que estás buscando para encontrar los valores que deben comunicar tus contenidos.

Originalmente publicado en la newsletter Marketing de contenidos, número 94 (29 de mayo de 2012). Suscríbete gratuitamente para recibir un artículo exclusivo cada lunes.

[Contenidos] ¿De dónde vienen los contenidos?

La lista de tipos de contenidos ordenados de más a menos aportación a la blogosfera (u otra comunidad) en cuanto a contribución sobre un tema concreto y también a su origen sería:

  • Original: Lo reconocerás porque será el post que te llene de orgullo… aunque luego parezca (y solo parezca) que a nadie le interesa leerlo.
  • Inspirado: Lo reconocerás porque al final o en algún lugar saldrá un ‘vía’ como forma de agradecimiento a esa musa encubierta.
  • Reciclado: Sin los dos previos, es imposible que pueda producirse ya que necesita una mínima materia prima para existir.
  • Filtrado: Entramos en terreno del content curator pero de uno que aporta un punto de vista a los contenidos que elige ya que realiza el filtro manualmente, bajo su criterio personal.
  • Agregado: Cuando el content curator agrega contenido de una manera automática, su aportación de valor a un debate concreto es mínima.
  • Repetido: La aportación es alta para las personas que no han sido impactadas antes por el mensaje pero baja para los que ya lo habían leído. La diferencia con el siguiente tipo de contenido es que aquí lo que se repite o promociona es propio.
  • Duplicado: Lo más bajo en esta escala sería el contenido duplicado que, además de ser malo para el SEO, dice más bien poco de la persona que lo utiliza. Hay algunas herramientas para detectarlo como autores pero, desde el punto de vista de lectores, es difícil de distinguir si solo se consulta una fuente.

Originalmente publicado en la newsletter Marketing de contenidos, número 93 (21 de mayo de 2012). Suscríbete gratuitamente para recibir un artículo exclusivo cada lunes.

[Contenidos] Emprendedores: etapas en una estrategia de contenidos

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Para definir los objetivos de cualquier plan tienes que empezar por tres preguntas básicas:

  • ¿Dónde estoy?
  • ¿Dónde quiero estar?
  • ¿En cuánto tiempo quiero llegar a estar ahí?

Claro que hay otras muchas respuestas necesarias para diseñar un plan o para arrancar una empresa (¿qué recursos tengo? es también importante) pero esas son las imprescindibles para empezar y en concreto la tercera es la que te ayudará a establecer las etapas necesarias para conseguir los objetivos y así no correr porque, hablando de contenidos, no hay teletransportación posible.

  • En la primera fase, orienta tus contenidos a explicar tu historia, cómo has llegado hasta crear la empresa o cómo le has transmitido tus principales  valores. Los primeros contenidos serán los que marcarán tu imagen por lo que es muy importante que transmitan tu posicionamiento correctamente en cada palabra.
  • En plazos intermedios, no pierdas de vista quién eres pero céntrate aún más en qué necesitan ellos y aquí puedes ampliar a todos los públicos que tengas, no solo el objetivo principal sino aquellos secundarios que te pueden ayudar a crecer, si dependes de intermediarios por ejemplo.
  • Pensando a largo plazo, es decir, a un año vista, la generación de contenidos se complica porque parece que las ideas empiezan a escasear. Pero los contenidos también pueden ser divertidos, diferentes y creativos. Tienen que seguir comunicando todo lo anterior de manera que sigas creciendo hacia las visitas que te habías puesto como meta y, a la vez, fidelizar a los clientes ya convertidos.

Cada fase puede considerarse un plan de contenidos a pequeña escala ya que cada una puede tener formas diferentes de llegar al mismo objetivo o, incluso, objetivos y públicos diferentes.

Originalmente publicado en la newsletter Marketing de contenidos, número 92 (14 de mayo de 2012). Suscríbete gratuitamente para recibir un artículo exclusivo cada lunes.

Carnaval: marketing de contenidos o cómo lo llamamos

Cristina y Carlos han puesto en marcha un nuevo carnaval, esta vez sobre RRPP. Un tema que me toca más de cerca que el de salud, más aún porque han dedicado el primer tema al marketing de contenidos a ver si entre todos conseguimos ponernos de acuerdo. La pregunta que lanzan incita a contestar: ¿el marketing de contenidos es comunicación, marketing o algo nuevo?

Más o menos yo ya contesté en mi libro y en esta pregunta frecuente: no es nuevo (eso es seguro) y tiene algo de marketing y algo de comunicación (ahí es donde está el problema). Mi aportación al debate podría terminar aquí pero reconozco que se pueden llenar páginas y páginas sobre el tema (en mis clases lo evito para no comerme todo el tiempo). Las primeras aportaciones ya lo han demostrado: es muy fácil escribir sobre ello porque todos tenemos una opinión. Y (sigue aumentando la bola del problema) se puede contestar sin haberlo practicado, igual que cualquiera puede hablar de política solo por ser ciudadano que sufre las consecuencias.

Pero la comunicación, el marketing, las RRPP, el periodismo… no son democracias, cada uno hace lo que quiere (y este problema sigue creciendo cada vez que alguien hace lo que quiere). El contenido ha estado siempre presente en todas estas disciplinas, ¡lógico! Entonces, ¿por qué se nos ha ocurrido ahora cambiarle el nombre? Dicho rápido, porque podemos y, además, queremos. Lo explico con dos ejemplos de sectores muy diferentes: detergentes y cine.

  • Cada cierto tiempo, nuevo detergente. Añaden (por decir algo) ingredientes que se sacan de la manga y los añaden también al nombre. Resultado: ¡novedad en el mercado! Sigue siendo detergente pero ahora es concentrado, líquido, con lejía, con suavizante… cualquier cosa que se le quiera poner. Y seguirá evolucionando, de eso se encargan los departamentos de i+d+i.
  • Los inventores en los inicios del cine (una época en la que las patentes eran dudosas) añadían o cambiaban una pieza, le ponían nombre al nuevo aparato y a triunfar. Eran pioneros dignos de admiración por sus innovaciones y nunca se ha parado de añadir más tipos de cine: sonido (mono, estéreo, envolvente, con altavoces hasta en el techo…), color, panorámico, digital, 3D, IMAX… Por no hablar de los soportes domésticos o de las versiones que se comercializan para venta (¿cuál debe ser la diferencia entre ‘edición diamante’ y ‘platinum’?).

El objetivo siempre ha sido el mismo para cualquier empresa, utilice la disciplina que utilice: diferenciarse para vender. Unas más indirectamente que otras, con más prisa que otras, a más gente o menos, pero siempre vender a alguien. Y ése alguien es quien tiene el poder de elegir (¡con el usuario hemos topado, menudo problema porque cada uno quiere una cosa!). La evolución del mercado la dicta día a día el ser humano dejando fuera lo que no le gusta, lo que no cumple sus expectativas. Solo hay que dejar que el tiempo pase y analizar las consecuencias de ésas elecciones para seguir evolucionando. La Historia está llena de cosas que han dejado de usarse, es algo normal, pero cuesta dar el brazo a torcer.

Por eso, mientras, debatimos y nos dan rabietas cuando alguien no utiliza bien el nombre que creemos es el correcto porque es el que usamos nosotros. ¡Y hay tantos ejemplos! Porque, para vender más, hay que seguir la moda (¿o no?) y si ahora toca hablar de marketing de contenidos, estrategia de contenidos, storytelling, transmedia, branded content, periodismo de marca… pues se habla desde la perspectiva que sea para incluir esas palabras clave y salir bien parados en buscadores. Y no importa mucho el resultado de la mezcla porque se habrá conseguido lo que quiere, en este caso, no el cliente si no la empresa. Vender, siempre vender.

Está claro que poner un nombre ayuda a estandarizar, define tareas y eso es importante también desde el punto de RRHH. Y ahora sí, implicando a toda la empresa, vamos a acabar de petar el problema que no ha parado de crecer en todo el post (y en los ya casi 4 años que llevo hablando de marketing de contenidos): ¿a quién contratamos para hacer estas tareas si no somos capaces de distinguir cuáles son?

  • Si contenidos es igual a escribir, ¿busco periodista, blogger, copy, redactor? Pero ellos no me harán un plan de comunicación, de marketing, de medios social o de contenidos, ¿o sí? Es más, ¿necesito uno de cada? ¿Se llama estrategia de marketing de contenidos, plan de contenidos, estrategia editorial…? Mejor busco consultorías pero de marketing online, de RRPP, de SEO, de inbound marketing… Espera, ¿consultorías o agencias?
  • Vamos a más porque dentro de la estrategia de contenidos también está la curación de contenidos y entonces, para decir que no hace falta una etiqueta nueva para hacer lo que ellos ya hacen, saltan documentalistas, periodistas y hasta community managers (y éstos ya tienen sus propios problemas porque los social media strategists aún buscan su hueco).
  • Soluciones al problema: ¿nos dejamos de rollos y contratamos a quien lleva años haciéndolo (nombres reconocidos como marketing, comunicación, periodismo) o a quien se ha especializado en una cosa concreta aunque tenga un nombre que no nos suena de nada?

Dudar y debatir es sano para el corazón, menos mal… pero solo para algunos porque los que tratan de aprender para ponerlo en práctica en su negocio o empresa no tienen la culpa de que no nos pongamos de acuerdo. Y, como en política, son ellos los que pagan las consecuencias: se apuntan a cursos que dicen que son de una cosa pero acaban siendo de otra; se ponen a ello y acaban haciendo algo que no es ni una cosa ni la otra; se desengañan porque no consiguen lo que querían (vender, ¿recuerdas?) a pesar de que ya hayan comprado algo (un curso o una consultoría, porque alguien sí ha vendido algo).

La evolución no se detiene así que las personas que se sienten engañadas se quejarán de esa palabreja nueva que no les ha servido (como con el detergente) y buscarán algo similar con otro nombre que otros les venderán (como el cine busca nuevas experiencias) aunque los que inicialmente lo habían hecho seguirán buscando clientes… ¿de quién es la culpa? ¿Del cliente que se deja asesorar sin informarse antes, del vendedor sin escrúpulos que se aprovecha del momento o del que tiene buena fe pero no consigue llegar al cliente? El tiempo, tan sabio como siempre, ya se encargará de dejar a cada uno en su lugar y se deshará de los culpables (si es que hay que culpar a alguien de todo este embrollo o burbuja).

Debates de este tipo hay en todos los sectores y no lo vamos a solucionar a corto plazo. Solo espero que este carnaval sirva para quitar algunas máscaras. Será el lector de todos los posts que se están generando quien decida si las quita a los conceptos de debate o a las personas que los utilizan en su beneficio. Y, ya que has llegado hasta aquí, 1.150 palabras después, no te vayas sin dejar un comentario o participar en el #carnavalRRPP.

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