No me atrevo a asegurar que un buen anuncio te haga comprar, pero sí creo que un buen anuncio se te queda en «algún lugar» de la tu cabecita esperando el momento de «actuar». Sabemos que son buenos porque que no podemos dejar de mirar, porque necesitamos saber qué marca se está haciendo un hueco en nuestra cabecita.
Pero esas campañas escasean, ya son pocas las veces que nos quedamos con la boca abierta. Encontrar una perla entre tanta ¿falta de creatividad? es cada vez más difícil. Vemos cientos (¿miles?) de spots al día, si todos fuesen buenos estaríamos todo el día comprando, ¿no? O peor, intentando decidir qué marca tenemos que comprar.
Así que para mejorar nuestra salud mental, los creativos mezclan algún buen anuncio entre muchos malos. Éstos son los que se repiten hasta el aburrimiento y los que llenan nuestras pausas publicitarias hasta hacernos olvidar qué programa estábamos viendo.
Quizá sea una estrategia conspiradora de las grandes marcas para hacer destacar aún más sus buenos productos. O, mucho más sencillo y lógico, que los malos anuncios necesitan repetirse porque no son efectivos (vía How advertising spoiled me).
Yo también me lo pondría en mi pared, junto con algún poster de Complot y algunas láminas de Excellence. Aunque quien debería tenerlo presente son los creativos, yo me limito a tener como salvapantallas los anuncios que más me gustan.
Ahora mismo, no recuerdo el último anuncio que me ha dejado con la boca abierta… seguramente alguno de coches. ¿Y a ti?
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