Carnaval: marketing de contenidos o cómo lo llamamos

Cristina y Carlos han puesto en marcha un nuevo carnaval, esta vez sobre RRPP. Un tema que me toca más de cerca que el de salud, más aún porque han dedicado el primer tema al marketing de contenidos a ver si entre todos conseguimos ponernos de acuerdo. La pregunta que lanzan incita a contestar: ¿el marketing de contenidos es comunicación, marketing o algo nuevo?

Más o menos yo ya contesté en mi libro y en esta pregunta frecuente: no es nuevo (eso es seguro) y tiene algo de marketing y algo de comunicación (ahí es donde está el problema). Mi aportación al debate podría terminar aquí pero reconozco que se pueden llenar páginas y páginas sobre el tema (en mis clases lo evito para no comerme todo el tiempo). Las primeras aportaciones ya lo han demostrado: es muy fácil escribir sobre ello porque todos tenemos una opinión. Y (sigue aumentando la bola del problema) se puede contestar sin haberlo practicado, igual que cualquiera puede hablar de política solo por ser ciudadano que sufre las consecuencias.

Pero la comunicación, el marketing, las RRPP, el periodismo… no son democracias, cada uno hace lo que quiere (y este problema sigue creciendo cada vez que alguien hace lo que quiere). El contenido ha estado siempre presente en todas estas disciplinas, ¡lógico! Entonces, ¿por qué se nos ha ocurrido ahora cambiarle el nombre? Dicho rápido, porque podemos y, además, queremos. Lo explico con dos ejemplos de sectores muy diferentes: detergentes y cine.

  • Cada cierto tiempo, nuevo detergente. Añaden (por decir algo) ingredientes que se sacan de la manga y los añaden también al nombre. Resultado: ¡novedad en el mercado! Sigue siendo detergente pero ahora es concentrado, líquido, con lejía, con suavizante… cualquier cosa que se le quiera poner. Y seguirá evolucionando, de eso se encargan los departamentos de i+d+i.
  • Los inventores en los inicios del cine (una época en la que las patentes eran dudosas) añadían o cambiaban una pieza, le ponían nombre al nuevo aparato y a triunfar. Eran pioneros dignos de admiración por sus innovaciones y nunca se ha parado de añadir más tipos de cine: sonido (mono, estéreo, envolvente, con altavoces hasta en el techo…), color, panorámico, digital, 3D, IMAX… Por no hablar de los soportes domésticos o de las versiones que se comercializan para venta (¿cuál debe ser la diferencia entre ‘edición diamante’ y ‘platinum’?).

El objetivo siempre ha sido el mismo para cualquier empresa, utilice la disciplina que utilice: diferenciarse para vender. Unas más indirectamente que otras, con más prisa que otras, a más gente o menos, pero siempre vender a alguien. Y ése alguien es quien tiene el poder de elegir (¡con el usuario hemos topado, menudo problema porque cada uno quiere una cosa!). La evolución del mercado la dicta día a día el ser humano dejando fuera lo que no le gusta, lo que no cumple sus expectativas. Solo hay que dejar que el tiempo pase y analizar las consecuencias de ésas elecciones para seguir evolucionando. La Historia está llena de cosas que han dejado de usarse, es algo normal, pero cuesta dar el brazo a torcer.

Por eso, mientras, debatimos y nos dan rabietas cuando alguien no utiliza bien el nombre que creemos es el correcto porque es el que usamos nosotros. ¡Y hay tantos ejemplos! Porque, para vender más, hay que seguir la moda (¿o no?) y si ahora toca hablar de marketing de contenidos, estrategia de contenidos, storytelling, transmedia, branded content, periodismo de marca… pues se habla desde la perspectiva que sea para incluir esas palabras clave y salir bien parados en buscadores. Y no importa mucho el resultado de la mezcla porque se habrá conseguido lo que quiere, en este caso, no el cliente si no la empresa. Vender, siempre vender.

Está claro que poner un nombre ayuda a estandarizar, define tareas y eso es importante también desde el punto de RRHH. Y ahora sí, implicando a toda la empresa, vamos a acabar de petar el problema que no ha parado de crecer en todo el post (y en los ya casi 4 años que llevo hablando de marketing de contenidos): ¿a quién contratamos para hacer estas tareas si no somos capaces de distinguir cuáles son?

  • Si contenidos es igual a escribir, ¿busco periodista, blogger, copy, redactor? Pero ellos no me harán un plan de comunicación, de marketing, de medios social o de contenidos, ¿o sí? Es más, ¿necesito uno de cada? ¿Se llama estrategia de marketing de contenidos, plan de contenidos, estrategia editorial…? Mejor busco consultorías pero de marketing online, de RRPP, de SEO, de inbound marketing… Espera, ¿consultorías o agencias?
  • Vamos a más porque dentro de la estrategia de contenidos también está la curación de contenidos y entonces, para decir que no hace falta una etiqueta nueva para hacer lo que ellos ya hacen, saltan documentalistas, periodistas y hasta community managers (y éstos ya tienen sus propios problemas porque los social media strategists aún buscan su hueco).
  • Soluciones al problema: ¿nos dejamos de rollos y contratamos a quien lleva años haciéndolo (nombres reconocidos como marketing, comunicación, periodismo) o a quien se ha especializado en una cosa concreta aunque tenga un nombre que no nos suena de nada?

Dudar y debatir es sano para el corazón, menos mal… pero solo para algunos porque los que tratan de aprender para ponerlo en práctica en su negocio o empresa no tienen la culpa de que no nos pongamos de acuerdo. Y, como en política, son ellos los que pagan las consecuencias: se apuntan a cursos que dicen que son de una cosa pero acaban siendo de otra; se ponen a ello y acaban haciendo algo que no es ni una cosa ni la otra; se desengañan porque no consiguen lo que querían (vender, ¿recuerdas?) a pesar de que ya hayan comprado algo (un curso o una consultoría, porque alguien sí ha vendido algo).

La evolución no se detiene así que las personas que se sienten engañadas se quejarán de esa palabreja nueva que no les ha servido (como con el detergente) y buscarán algo similar con otro nombre que otros les venderán (como el cine busca nuevas experiencias) aunque los que inicialmente lo habían hecho seguirán buscando clientes… ¿de quién es la culpa? ¿Del cliente que se deja asesorar sin informarse antes, del vendedor sin escrúpulos que se aprovecha del momento o del que tiene buena fe pero no consigue llegar al cliente? El tiempo, tan sabio como siempre, ya se encargará de dejar a cada uno en su lugar y se deshará de los culpables (si es que hay que culpar a alguien de todo este embrollo o burbuja).

Debates de este tipo hay en todos los sectores y no lo vamos a solucionar a corto plazo. Solo espero que este carnaval sirva para quitar algunas máscaras. Será el lector de todos los posts que se están generando quien decida si las quita a los conceptos de debate o a las personas que los utilizan en su beneficio. Y, ya que has llegado hasta aquí, 1.150 palabras después, no te vayas sin dejar un comentario o participar en el #carnavalRRPP.

[Contenidos] Cinco párrafos de cinco libros sobre contenidos

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“Adopta una actitud de humildad y deferencia hacia las necesidades de tu público. (…) Como mentor, tu papel es guiar al héroe, infundirle confianza, darle información, consejos, formación o transmitirle dones mágicos para que sea capaz de superar sus miedos iniciales y adentrarse en una nueva aventura contigo. (…) A veces el mentor saca beneficios, pero el mayor beneficio debe llevárselo el héroe. (…) Tu trabajo es hacerles sentir que el tiempo que han pasado contigo ha aportado valor a sus vidas.” Es la historia que propone Nancy Duarte en “Resonancia. Cómo presentar historias visuales que transformen a tu audiencia”.

“Para que una idea sea vívida (visual, verbal e interdependiente) hay que seguir la regla FOREST (el acrónimo en inglés): F de Forma tangible, O de solo lo esencial, R de Reconocible, E de evolutivo, S de englobar los opuestos y T de dirigido. (…) Una idea vívida se dirige a una persona en concreto, con una diferencia que esa persona puede apreciar“. Lo cuenta Dan Roam en “Bla, bla, bla. Qué hacer cuando las palabras no funcionan”.

“Herramientas para una redacción persuasiva: Aristóteles y su ethos (moral), logos (lógica) y pathos (emocional);  las emociones de los pecados capitales; la empatía de utilizar el ‘tú’; el método FABU  (por las siglas en inglés) de características, ventajas, beneficios y apelación al ‘tú’; y el storytelling. (…) Razón, más respeto y emoción es igual a respuesta del lector, es decir, resultados para la empresa.” Esta fórmula es de Peter Frederick y la propone en “Persuasive writing”.

“¿Cómo crear contenido relevante? Centrándote en ofrecer información de valor que te genere confianza, credibilidad y el status de experto en tu sector para que la gente acuda a ti cuando estén listos para comprar. Algunos vendrán atraídos por tu contenido inmediatamente, otros solo querrán cosas gratis, otros solo estarán mirando… y algunos tendrán un fajo de billetes que querrán gastar contigo (con un poco de suerte).” Lo dice Jon Wuebben en “Content Is Currency”.

«La estrategia SONAR representa los siguientes canales de distribución de marketing online: S de Sindicación de contenidos, O de notas de prensa Online, N de marcadores y redes sociales (social Networks), A de directorio de Artículos y R de posts Relevantes en blogs y foros. (…) Y se mide con 3 O: Outputs (tráfico web mediante analítica web), Outcomes (cambios en el comportamiento del usuario y en la reputación online) y Objectives (comparando ventas durante la campaña).» Es la propuesta de Wendy Montes de Oca en «Content is Cash«.

Originalmente publicado en la newsletter Marketing de contenidos, número 89 (23 de abril de 2012). Suscríbete gratuitamente para recibir un artículo exclusivo cada lunes.

[Contenidos] Error habitual en una estrategia de contenidos: no pensar en el usuario

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Está demostrado que a algunas personas les cuesta encontrar algo sobre lo que escribir. Si eres una de ellas, sigue leyendo; si sabes qué escribir de manera continuada, es que piensas en las personas que te leen. Ésa es la clave para tener siempre a mano una idea interesante para tus medios corporativos: recordar que no escribes para ti, sino para tu audiencia.

Si a la hora de diseñar una estrategia de contenidos no te pones en la piel de tu audiencia estás cometiendo una equivocación típica de antes de decidirte a ser social: la empresa está tan centrada en su monólogo corporativo que se olvida de que lo que publica no es un documento interno, sino algo que ha de aportar valor a quien lo lee.

La información ha de ser relevante tanto para quien la genera como para quien la consume. No tiene sentido perder el tiempo creando un contenido que no va a interesar al usuario igual que tampoco lo tiene si como resultado la empresa no consigue nada: todos los implicados han de ganar algo.

Con esto en mente, para encontrar lo que es interesante para tu usuario, acercarte a él poniendo un poco de distancia entre tu empresa y tú. Pregunta si es necesario a alguien de perfil similar o a una tercera persona algo tan genérico como ‘si te digo pon-aquí-tu-sector, ¿en qué piensas?’. Su respuesta te devolverá a lo básico, a la esencia de cómo se os ve a ti y a tu sector desde fuera. Y no te exasperes, a veces lo evidente te puede llevar a ideas más desarrolladas de lo que parecen a primera vista si sabes tirar del hilo convenientemente.

Originalmente publicado en la newsletter Marketing de contenidos, número 83 (12 de marzo de 2012). Suscríbete gratuitamente para recibir un nuevo artículo exclusivo cada lunes.

3 años de mi newsletter sobre contenidos

3 años hace ya que envié mi primera newsletter. ¡Cómo pasa el tiempo de rápido! Desde aquel 16 de agosto de 2010 o, mejor, desde el último año, han pasado muchas cosas: he publicado el primer libro en español sobre marketing de contenidos, he experimentado con el contenido de pago, he lanzado mi propia plataforma de cursos online… por no hablar de los proyectos en los que he participado.

Pero mi newsletter lleva casi 160 números de unas 600 palabras cada uno y ni una sola semana la he dejado de enviar, incluso la dejo programada cuando me voy de vacaciones. Empiezo la semana reflexionando sobre algo muy concreto relacionado con los contenidos. La escribo los domingos para que llegue a primera hora del lunes y así también los suscriptores dediquen un ratito a pensar sobre ello, antes de enfrentarse a la semana.

Me consta que hay quien lo hace porque algunos han acabado convirtiéndose en habituales que responden e interactúan con cada envío. Me alegra cuando pasa porque siento que en cada número pongo algo de mí, como en todo lo que escribo, y que he conseguido transmitirlo bien. O, como dice Ann Handley, he conseguido que mis lectores agradezcan mi contenido.

Las estadísticas me acompañan algunas veces más que otras, pero las comparto como es habitual:

Me gustaría que quede clara la diferencia entre la newsletter y este blog (para suscribirse al blog, mejor el RSS o mis canales sociales). Creo que ofrezco contenidos lo suficientemente separados como para que se vea así y, de cara al futuro aniversario del blog, cambiaré la plantilla para que sea aún más evidente. De momento, todo sigue igual: los contenidos de los lunes son exclusivos para suscriptores porque la newsletter también es un espacio de cierta autopromo con algún descuento en mis cursos online.

[Contenidos] ¿No sabes qué escribir? ¡Pregunta!

Cada lunes republico aquí un artículo antiguo de mi newsletter semanal sobre marketing de contenidos que también envío los lunes a los suscriptores pero con contenido exclusivo.

Encontrar el camino a veces puede ser complicado. Vale, tenemos ya claro que hay que generar contenido de valor para nuestro público objetivo pero ¿sé qué les interesa? El marketing de contenidos no puede funcionar si no se sabe la respuesta. Lamentablemente, a veces estamos tan convencidos de que lo que nos interesa a nosotros es lo mismo que a nuestra audiencia que no dedicamos un momento a confirmarlo.

Las formas más sutiles pasan, por un lado, por la escucha que se puede hacer utilizando los medios sociales como si fuesen focus group donde detectar las tendencias sobre las que escribir y, por el otro, por la analítica que también escucha pero una vez ya hemos generado los contenidos.

Así, si quisiese saber si esta newsletter va por buen camino o necesito replanteármela para que te siga siendo útil, podría consultar las estadísticas y saber qué temas son los que más se abren o clickan. Y también podría revisar, seguramente con espanto, de qué se escribe sobre este tema para ver si me estoy desviando o no. Sería una forma indirecta de saberlo pero hay otra más directa: preguntártelo.

Es más fácil porque tiene riesgos: que la respuesta no me guste o no sea la esperada o, peor aún, que nadie me conteste. Pero también recompensa cuando puedes poner nombres a las personas a las que te diriges y dejan de ser, en este caso, un email.

Preguntar a tus lectores sobre qué quieren que escribas es una manera de asegurarte de que los esfuerzos que haces por generar contenidos tendrán un impacto en ellos. Pero hay que analizar los resultados en función del número de respuestas para darles su justa importancia: ¿coinciden con los que podías esperar o es mejor que cambies de negocio?

Originalmente publicado en la newsletter Marketing de contenidos, número 78 (6 de febrero de 2012). Suscríbete para recibir un artículo exclusivo cada lunes.

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