[Contenidos] Cinco preguntas que confirman que vives en la década pasada

¿Te apetece hacer un viaje en el tiempo? No será muy lejos, solo a la década pasada. Vayamos a principios de 2010. Sí, había redes sociales, aunque no eran como ahora. Es fácil imaginarse una Red sin Google+, pero ¿y sin Pinterest, Instagram o SnapChat? Estaba Facebook y Twitter, como cuando estaba la primera y la segunda cadena. Sí, también había blogs, pero vivíamos en la blogosfera. Quedémonos ahí por un momento.

¿Por qué te llevo a aquella época? Para que recuerdes las dudas que tenías entonces y consigas superarlas de una vez por todas y así hagas que tus contenidos sean mejores hoy, ahora, no la década que viene.

En estos años me han hecho muchas preguntas, las más típicas:

¿Qué extensión ha de tener un post?

No puedes medir un contenido por el número de palabras que tiene, tampoco una novela ni una película por su metraje. Escribe lo que sientas que tienes que escribir y listo. Sí, los redactores profesionales cobramos por palabra, pero porque hemos de cuantificar de alguna manera nuestro tiempo.

Existe una variante a esta pregunta: ¿cuánto hay que publicar? Lo que puedas y seas capaz de gestionar para conseguir tus objetivos.

Si pongo enlaces, ¿se irán y no volverán?

La respuesta fácil es que no, seguro que volverán. Pero puedes usar la opción de abrir en una ventana nueva para prevenir. La respuesta ¿mal educada? es contestar con otra pregunta: «¿lo haces tú?» Si dice que sí, no hay debate posible, no cambiará de opinión (el ladrón cree que todos son de su condición); si dice que no, aún hay esperanza aunque puede ser complicado ajustar la confianza que tiene en el usuario porque ya empieza dudando.

Los content curators sabemos cuánto se gana enlazando, por eso quienes se plantean esas cuestiones nunca lo podrán ser.

¿Cuál es el mejor momento para publicar?

Con las estadísticas hemos topado: publica, revisa tus datos y decide cuál es el mejor momento para publicar en tus canales. Repito: tus datos y tus canales porque se trata de tu audiencia. No todas las comunidades son iguales, afortunadamente, así que no hay un momento ideal para todo el mundo. ¡Qué saturación de contenidos supondría que todos siguiésemos las mismas recomendaciones!

¿Necesito un perfil en todas las redes sociales?

No. Experimenta si quieres y tienes tiempo, pero no, no has de estar en todas las redes sociales que van a apareciendo. Más que nada porque las dejarás de lado en cuanto te des cuenta del tiempo que se necesita para tener una presencia real y no solo testimonial.

¿Penaliza utilizar herramientas de gestión de perfiles sociales?

No está del todo demostrado es la respuesta más directa, pero da pie a que los seguidores de la teoría de la conspiración se vengan arriba y nunca estarán contentos: un «sí» les hará desconfiar de herramientas que claramente son útiles y un «no» les hará desconfiar de ti por no estar tan al día como ellos.

El problema de los algoritmos, sean de Google o de cualquier red social, es que cambian constantemente así que lo que antes era válido puede no serlo ahora.

No existe la respuesta perfecta

Preguntar es muy fácil, quizá demasiado en esta era tan social. Algunas preguntas se hacen porque no se sabe la respuesta, pero otras es porque se busca confirmar la que ya se tiene. Para los dos tipos de preguntones sirve la misma respuesta: deja de cuestionarlo todo, acepta una opción y ponte en marcha porque no existe la respuesta perfecta. Hay que conocer bien la situación de quién pregunta, no hay una solución mágica que responda a todos.

Lo que también es seguro es que las preguntas necesitan un contexto temporal porque caducan y parecen taaan del siglo pasado (o de hace un mes).

¿Aún sigues preguntándote por la extensión de un post o cuál es el mejor momento para publicarlo? Déjalo ya, no existe la respuesta perfecta. Share on X

[Contenidos] Cómo redactar para una audiencia experta

Los redactores de contenidos no tenemos que ser expertos en todos los temas sobre los que nos pueden pedir que escribamos, lo somos de redactar. Esto asusta a los nuevos que empiezan en la profesión porque les genera dudas sobre su capacidad para escribir para sectores que no se conocen. Pues sí, podemos hacerlo porque sabemos documentarnos para escribir sobre lo que haga falta.

Los que también se asustan son los nuevos clientes que buscan redactores que ya hayan escrito sobre temas de su sector porque así se fían más de que pueda seguir haciéndolo para ellos. Son los que piden muestras de textos y no entienden que les entreguen de temáticas totalmente diferentes. Tienen dudas y desconfían del resultado porque tampoco entienden que no solo casamos palabras.

Una solución para conciliar ambos pensamientos es que el redactor edite, en lugar de escribir. ¿El mundo al revés? Quizá un poco…

Editar como alternativa a redactar

La edición de contenidos consiste en modificar una pieza para ajustarla al estilo corporativo y hacerla más fácil de leer. Así se consigue que:

El editor de contenidos cumple otras funciones, pero el redactor puede asumir la edición, por ejemplo de su propio texto (lo explico en «Marketing de contenidos«) o del que le proporcione el cliente. Esta opción es una alternativa a tener que escribir desde cero porque cambia las tornas en el proceso:

  1. El cliente escribe o esboza el contenido (como experto que es en el tema).
  2. El redactor edita el contenido (como experto que es en la redacción y edición).

Estos dos pasos simplifican la tarea del redactor, pero complican la del cliente. Cuando se contrata a un freelance, el cliente precisamente quiere descargarse de preocupaciones así que no siempre la edición le resultará interesante. Sí lo es cuando el cliente tiene muy claro qué quiere contar, pero no tiene la suficiente confianza en hacerlo bien y prefiere que alguien experto lo revise para asegurarse.

La audiencia es la experta

Escribimos para la audiencia y ella es quien importa: el cliente quiere algo de ella y no puede quedar mal ofreciéndole malos contenidos. Así que publica la pieza esperando que le guste, pero muy pocas veces se sabrá si la ha escrito alguien de dentro de la empresa o de fuera. Es más, ¿crees que la gente se fija en quién lo ha escrito? Quiero pensar que sí, que cada vez más miran la firma (o el medio) en el que se publica algo, sobre todo cuando está:

  • Bien escrito: puede pasar si cliente o redactor saben lo que hacen.
  • Mal escrito: si ni el uno ni el otro tienen claro qué están haciendo.

El resto de contenido será suficiente para la mayoría. Por audiencia experta me refiero a la interesante para el cliente porque tiene un buen nivel de conocimiento aunque no trabaje en ese sector. Sabe detectar cuando una pieza es puro humo, un refrito que no aporta nada. Y valora a quien va más allá y la inspira.

Para escribir pensando en esa audiencia experta y tratar de que el contenido esté siempre bien escrito, se pueden unir fuerzas en un proceso de edición como el que acabamos de ver o confiar en el redactor preparando un buen briefing. Como siempre, el cliente decide.

[Contenidos] ¿Cómo evitar el texto plano en las redes sociales?

Las redes sociales convierten los textos de los usuarios en iguales: formalmente, todos se parecen. Incluso utilizando opciones pagadas o perfiles algo diferentes (corporativos, verificados), no se puede cambiar la tipografía de las actualizaciones para darle un toque personal.

Todos tenemos que usar la fuente que ellos quieren, al tamaño que nos permiten y no podemos darle ningún formato. Nada de negrita, cursiva, viñetas, columnas… Para los que estamos acostumbrados a regar el texto con referencias, es una pesadilla no poder elegir las palabras que servirán de enlace (anchor text).

Así son las redes sociales, embajadas, no espacios propios. Aceptamos sus términos y limitaciones porque ¿nos conviene? Nos dan los hashtags y emojis para entretenernos, nos dan cada vez más espacio para fotos y gifs, pero ninguna red se preocupa del texto, como mucho para hacer accesibles las imágenes.

¿Por qué debería cuidarse el formato del texto?

Un procesador de texto ofrece muchísimas opciones para que el resultado final sea más ¿profesional? WordPress, Tumblr, Medium… los gestores de contenidos también lo permiten, aunque con menús más básicos. Entonces, ¿por qué Twitter, LinkedIn, Facebook o Instagram no respetan el formato de las actualizaciones texto?

Escribir texto plano es un retroceso. Usarlo, tal y como nos obligan las redes sociales, nos limita:

  • No permite destacar lo que consideramos más importante y que debe leerse (negritas, subtítulos).
  • No podemos organizar visualmente el texto (viñetas, columnas).
  • No nos deja expresar textualmente nuestra personalidad (identidad visual corporativa).

Aunque sean fotos o vídeos, siguiendo la tendencia de que son las que mejores resultados consiguen, las actualizaciones siempre van acompañadas de texto. Siempre, sí: en el tuit que enlaza al vídeo, en Facebook para acompañar la imagen o como nota al pie en Instagram. Siempre hay como mínimo un par de palabras.

¿Cómo cambiar el formato del texto en las redes sociales?

El texto no se puede formatear desde sus propias páginas, tampoco en sus apps ni con herramientas de gestión de cuentas. Tampoco aceptan código HTML, aunque quizá en el futuro sí lenguaje markdown.

Mientras, hay herramientas específicas para añadir algo de estilo propio al texto, como YayText: basta con escribir, formatear, copiar el texto resultante y pegarlo en la red social. Un ejemplo.

Además de estas herramientas, también está la creatividad de los usuarios para dar un plus visual al texto. Algunos ejemplos.

Twitter

Curiosamente, Twitter prioriza el texto de las imágenes para recortarlas en las miniaturas.

LinkedIn

  • Las actualizaciones no admiten formato, pero sí uno simple para los artículos.

Instagram

Facebook

  • Perfiles: pueden añadir fondos de colores y con motivos a las actualizaciones, aunque el tamaño es variable, y pueden crear notas que casi son posts. Eso sí, en los comentarios se cambia automáticamente el color de palabras como «felicidades».
  • Páginas: también pueden crear notas (útiles para bases legales). especialmente la destacada como historia en la barra lateral.
  • Grupos: los únicos que, de momento, sí tienen algo de formato dentro de la actualización. ¿Por qué no lo extenderán al resto?

WhatsApp

Desde su página de soporte muestran cómo añadir negrita, cursiva y tachar palabras. Es un marcado simple, pero seguramente nunca lo habías visto en un chat. Lógico si tenemos en cuenta que los usuarios prefieren elegir un emoji (pulgar) que escribir un par de letras (ok).

¿Te has fijado en las opciones de formato que ofrecen las redes sociales? Seguramente no porque casi no hay. Share on X

¿Cómo redactar los textos sociales con estilo?

Una de las tareas del content editor es ordenar el texto para que sea fácil de leer, lo que incluye la jerarquía visual. Pero, imaginemos que la opción fácil de recurrir a vídeos, imágenes, emojis, gifs y cualquier otro formato que nos haga destacar es imposible. Centrándonos únicamente en las palabras, lo que podemos hacer es:

Si el texto plano es lo único que tenemos, tenemos que cuidarlo. Por eso, la estrategia de contenidos en redes sociales debería incluir una Guía de estilo que se preocupe por las palabras más que por las imágenes (para eso ya está el Manual de identidad corporativa).

[Contenidos] Herramientas para guardar ideas y no perder ninguna

Estos días, mientras tratamos de poner orden en el caos para intentar sentirnos normales a pesar de que nunca volveremos a ser los mismos, también tenemos ideas. Vienen en cualquier momento, incluso cuando no se las busca. Ahora quizá te parecen inadecuadas, pero en el futuro pueden ser ideas brillantes. Por eso, porque tanto las buenas como las malas merecen ser conservadas, te propongo que utilices alguna de las siguientes herramientas para guardar tus ideas y así, más adelante, hacer con ellas lo que te apetezca.

Están ordenadas de más sencilla a más compleja porque hay muchos tipos de ideas, desde un simple recordatorio a todo un universo.

Post-it para guardar de todo un poco

Si lo tuyo son las notas de papel, sea con o sin adhesivo, lo más sencillo es que recurras la app de Post-it. Funciona exactamente igual que las famosas notas de colores y además reconoce si las escribes a mano. Yo la uso para hacer copia digital de los ejercicios en papel que hago en algunas clases.

  • Lo bueno es que tiene un par de plantillas para guardar algo más que recordatorios.
  • Lo malo es que hay poco espacio para explicar las ideas.

La alternativa es cualquier trozo de papel o cualquier otra app de notas como la siguiente de esta lista.

Google Keep para guardar notas

No puede faltar algún servicio de Google, en este caso Keep (aunque seguramente también serviría tomar notas en Drive y hasta un borrador de GMail). Permite guardar notas y convertirlas en listas de tareas, también imágenes y enlaces. Todo ello se puede etiquetar para encontrarlo fácilmente y archivarlo cuando no lo necesites. Yo la uso para hacer la lista de qué meter en la maleta de viaje.

  • Lo bueno es que es muy sencillo.
  • Lo malo es que se queda corto para ideas complejas.

La alternativa de Automattic sería Simplenote, aunque resulta obligado mencionar Evernote.

Pocket para guardar enlaces

Un básico de la curación de contenidos, Pocket es perfecto para guardar enlaces y etiquetarlos porque se archivan de forma privada aunque, si quieres, los puedes compartir en un perfil público. Además te permite descubrir algunas tendencias según lo que otros han guardado. Está disponible tanto en navegadores como en app y yo lo uso como almacén temporal: guardo para luego lo que no tengo tiempo de leer (Read it later era su anterior nombre).

  • Lo bueno es que guarda cualquier URL (sí, también guardo allí algunos tuits).
  • Lo malo es que no puedes anotar nada por lo que puede ser un problema recordar por qué lo querías guardar.

La alternativa es utilizar los marcadores o favoritos del navegador, pero es poco recomendable.

Mindly para guardar la conexión entre ideas

Un mapa mental puede resultar útil para apuntar ideas que están conectadas. En estos casos, lo interesante suele ser la relación entre las notas, esa es realmente la idea a conservar. Hay muchas herramientas de mapas mentales, yo utilizo la app Mindly para hacer árboles de contenidos sencillos, como ya expliqué.

  • Lo bueno es que es muy fácil de utilizar porque es muy visual.
  • Lo malo es que tienes que pagar para crear ideas con muchos niveles.

La alternativa es hacer dibujos en papel, post-it o utilizar cualquier otra app para mapas mentales como GlooMaps.

Trello para guardar las ideas que quieres hacer realidad

Trello sirve para crear tableros con listas de tarjetas siguiendo el método Kanban (un ejemplo). En cada tarjeta puedes guardar tus ideas en el formato que quieras (enlaces, archivos, fotos, textos…). Sirve de roadmap y de calendario editorial: yo tengo una lista con anotaciones para los posts que tengo previsto escribir los próximos meses y otra con las ideas que aún no he desarrollado suficiente como para considerarlas futuros posts.

  • Lo bueno es poder asignar un estado a cada idea y seguir su progreso.
  • Lo malo es que las ideas sencillas no necesitan tanto detalle.

La alternativa es cualquier herramienta de gestión de proyectos, aunque siempre se suele mencionar Asana.

Notion para guardar información en una base de datos

Notion es una de esas herramientas «todo en uno»: sirve para tomar notas, añadir imágenes y enlaces, organizar listas, subir archivos, colaborar y asignar tareas… cualquier cosa que, sin darte cuenta, te acaba llevando a crear una base de datos. Su buscador resulta útil y las diferentes vistas disponibles permiten filtrar y encontrar rápidamente la información introducida. Yo la utilizo como base de datos para las referencias bibliográficas mis libros y he creado una plantilla para la estrategia de contenidos.

  • Lo bueno es que todo queda muy bien catalogado.
  • Lo malo es el esfuerzo que hay que dedicar para categorizarlo de manera que sea práctica.

La alternativa es otra herramienta «todo en uno», como ClickUp.

Milanote para guardar todo un universo

Milanote es todo un descubrimiento. Para la vida profesional, permite crear buyer personas, moodboards, briefings, mapas mentales y muchos otros gráficos para organizar tu creatividad. Y, en la vida personal, me está yendo muy bien para organizar una historia que llevaba tiempo en mi mente.

  • Lo bueno es que puedes reunir mucha información visual y textual en un único lugar.
  • Lo ¿malo? es que te obliga a organizar todas tus ideas, no sirve para algo sencillo.

La alternativa más directa sería Miro o, para los que prefieren papel, los llamados libros comunes (commonplace books).

¿Cuál es la mejor herramienta para guardar ideas?

Depende del tipo de idea que quieras guardar, te conviene una u otra. Ya has visto cómo las utilizo yo: en cada lugar guardo algo diferente para aprovechar las funcionalidades que las diferencian. Recueda que hay incluso algunas solo para hacer listas.

Todas tienen versión gratuita así que te animo a probar alguna y así no perder todas esas ideas que se te van ocurriendo.

12 herramientas para guardar tus ideas y usarlas cuando las necesites. Share on X

[Contenidos] Qué se puede aprender de Andrew Craig en «El premio»

Nueva entrega de mi serie de artículos sobre personajes de películas que son escritores. En esta ocasión reviso una de 1963 con Paul Newman en el papel principal: «El premio«. Está dirigida por Mark Robson y el guión es de Ernest Lehman, basado en la novela de Irvin Wallace. Lo apunto porque sorprendentemente es una película muy hitchcockiana, quizá demasiado. Como siempre, lee bajo tu responsabilidad porque el post está lleno de spoilers.

¿Qué se puede aprender de Andrew Craig (Paul Newman) en "El premio"? Share on X

«El premio» cuenta las ajetreadas horas que Andrew Craig pasa en Estocolmo cuando va a recoger su Nobel de literatura, desde que aterriza hasta que se lo entregan. Por el camino se encuentra con una trama que bien podría ser de James Bond (la novela «Operación Trueno» es del 61 y la de «El premio» del 62). Él mismo la explica en una rueda de prensa que no tiene desperdicio y que puedes ver en YouTube. Sí, explica de qué va la película a los pocos minutos de empezar (aunque nadie le toma en serio ni lo harán hasta casi el final), incluso se atreve a decir a los chicos de la prensa que «no le copien la idea que la puede necesitar más adelante». Me suena eso de no querer contar a nadie de qué se está escribiendo, pero a la larga queremos todo lo contrario y, de hecho, es casi lo primero que dice a los periodistas al bajar del avión: «¿dónde estaban cuando les necesitaba?».

Dejando de lado la conspiración que destapa y centrándonos en su faceta de escritor, el de Newman es todo un personaje. Hace unas declaraciones muy duras, incluyendo que quería rechazar el Nobel hasta que se enteró de que era un premio remunerado y se lo repensó porque «no es moco de pavo». Más adelante dejará entrever que no cree merecerlo, aunque no llega a decirlo tan claramente. La realidad es que se dan pocos premios a los escritores, así que cualquiera debería ser bienvenido y agradecido, aunque no venga acompañado de un cheque.

Andrew ha publicado seis novelas (como «Los muros de Kroiden» y «El estado imperfecto») y se suponía que los últimos seis años había estado escribiendo «Regreso a Cartago». De las primeras dice que «no vendió las suficientes como para que el público se enterase» de que eran buenas. Y afirma que la última no existe, que se la inventó «para ocultar el hecho de que ya no tiene imaginación». Para redondear la declaración, reconoce que bebe porque «está irritado consigo mismo por no interesar a los lectores«. No se me ocurre nada más humillante para un escritor que tener que reconocer su fracaso delante de todo el mundo. Hay que ser muy valiente y por eso me ha inspirado a hacer este post.

Un escritor no puede dejar de escribir, casi da un poco igual el tema mientras pueda seguir tecleando. Así que nos enteramos de que durante estos años ha sobrevivido publicando novelas policíacas, bajo un pseudónimo que, dice, no quiere dar a conocer por si los del Nobel deciden retirárselo y con él los 50.000$ de premio. Craig asegura que tiene «olfato para husmear en los misterios de la vida y encontrar temas tortuosos» en lo que observa y, tras mirar a los otros protagonistas de la historia, lo demuestra revelando la trama al inicio de la película.

Recibe el premio en la última escena. Allí dicen dárselo por «su apoyo a ideales humanitarios, su inagotable curiosidad, su constante búsqueda de la verdad, su espíritu insobornable y su audaz imaginación que parece no conocer límites» (sí, esa que él cree no tener ya). Aunque firmase con pseudónimo, se diría que le dan el Nobel por su faceta policíaca, la que demuestra durante toda la película persiguiendo la confirmación de sus sospechas. Sus novelas parece que caerán en el olvido.

No se le ve escribir ni una línea en ningún momento, pero sería divertido estar frente a una novela escrita por el propio Craig firmada bajo el pseudónimo de Wallace. Eso, claro está, sería en el hipotético caso de que el guión reflejase fielmente la novela.

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